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CÉSAR AUGUSTO SÁNCHEZ CUESTA acompañó a la señora
CECILIA SATURIA CABRERA al Cantón Norte donde, dice, un
militar les advirtió que no buscaran más porque los empleados de la
cafetería “eran guerrilleros”; y asegura que cuando regresó a la
Alcaldía supo de algunas personas que habían estado preguntando
por él, y en el sitio de su residencia detectó movimientos
sospechosos, siendo informado por uno de los celadores que
personal del Ejército lo andaba buscando. Sumado a esto, asegura
haber sido objeto de llamadas telefónicas en las que le decían que
“no tratara de averiguar sobre cosas que no le interesaban”.
Precisamente por esa situación justifica SÁNCHEZ CUESTA las
omisiones en sus primeras declaraciones, pues sentía que “las
circunstancias que rodeaban en ese momento esa declaración ponían en riesgo
mi vida y mi seguridad personal, ya que para el momento de esa declaración ya
se me habían hecho las advertencias pertinentes por parte de los militares y
había recibido…ciertas visitas a mi lugar de residencia por parte de vehículos
sospechosos”. Para el declarante, las advertencias recibidas “fueron
claras, contundentes, precisas, de lo que me podía suceder si seguía
indagando por el administrador o por otra persona”.
Como se ve, nuevamente entra en juego una situación de amenazas
e intimidaciones para explicar omisiones, negaciones o
retractaciones en la versión de personas que de alguna manera
tuvieron conocimiento de los hechos o intentaron adelantar
averiguaciones sobre la suerte de los desaparecidos.
Amenazas o advertencias intimidantes atribuidas directamente o
relacionadas a personal militar, justificando ello que CARLOS ARIEL
SERRANO SÁNCHEZ negara haber comentado al señor ENRIQUE
ALFONSO RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ y a su familia lo que estos
aseguran les informó; que BERNARDO GARZÓN GARZON se