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objeto de desaparición forzada, pues bien pudieron ser depositados
sus restos en esa fosa hasta el 12 de febrero de 1986, fecha en la
que se tiene evidencia aún estaba activa.
Esto por cuanto no es descartable que luego de haber sido llevados
a instalaciones militares o de policía, sometidos a torturas y
ultimados, sus cuerpos, varios días después de la retoma del
Palacio, fueran enterrados en ese lugar.
No puede soslayarse versiones según las cuales, personas sacadas
con vida del edificio recuperado supuestamente fueron “ajusticiadas”
y vueltas a ingresar al Palacio de Justicia para ser retirados sus
cuerpos como si hubieran perecido en medio de la confrontación.
Tal sería el caso del Dr. CARLOS HORACIO URAN, de quien se
dice salió con vida, asesinado y dejado nuevamente al interior de la
edificación para hacer el levantamiento del cadáver.
Razonablemente puede inferirse que una situación similar podía
haberse dado con algunos considerados sospechosos de
pertenecer o ser auxiliadores del grupo subversivo, quienes luego
de fallecer a consecuencia de las torturas a las que se les habría
sometido bien pudieron ser depositados en la fosa común del
Cementerio del Sur para ocultar sus cuerpos.
Queda demostrado, entonces, que, salvo dos posibilidades aun no
descartadas científicamente, dentro de los cuerpos exhumados del
Cementerio del Sur no se encuentran los once desaparecidos y el
hecho de llegarse a identificar en esas opciones vigentes a alguna
de las personas reputadas desaparecidas, no descartaría necesaria