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FRANCO PINEDA por ser guerrillera, ni descartaría su salida con
vida del edificio, explicaría que al iniciarse la toma se abandonara el
puesto de trabajo para tomar posición de combate en algún otro sitio
de la edificación, y abriría la posibilidad para que esa persona
hubiera fallecido en el cuarto piso y su cuerpo fuera consumido por
las llamas.
Así, de llegarse a identificar a alguno de los desaparecidos en los
restos de los cuerpos que se dice entregados equivocadamente, se
entendería por qué no necesariamente todos los de la cafetería
debieron correr la misma suerte.
Por lo tanto, se hace necesario examinar los elementos de juicio
suministrados por el expediente específicamente respecto de cada
una de las personas señaladas como desaparecidas, para
establecer hasta donde la prueba finalmente se corrobora con el
aporte indiciario y brinda certeza sobre lo realmente ocurrido con
ellas.
En cuanto a que CARLOS AUGUSTO RODRÍGUEZ VERA, junto a
los otros empleados de la cafetería, estuviera al interior de la
edificación judicial el 6 de noviembre de 1985 al iniciarse la toma por
parte del grupo subversivo, no hay dubitación alguna, no sólo por
tratarse de un día hábil y de una hora de especial movimiento para
esa clase de tareas, dada la proximidad al servicio de almuerzos
que allí se prestaba, lo que implica que todos y cada uno de quienes
laboraban en ese sitio estuvieran prestos a atender sus labores
cotidianas, incluido, por supuesto, el administrador, si no por cuanto
así lo atestiguan diferentes personas que de alguna forma tuvieron
contacto con ellos o pudieron darse cuenta de su presencia en el
puesto de trabajo.