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Si ese era el plan trazado y ese fue el comportamiento de
ALFONSO JACQUIN y de IRMA FRANCO con los rehenes que
tenían bajo su poder en el primer piso, no hay motivos para pensar
que cosa diferente sucediera con los trabajadores y demás
personas de la cafetería.
Adicional a esto, si las personas de la cafetería no fueron subidas
inmediatamente al cuarto piso, difícilmente podrían haber sido
llevadas allá con posterioridad, desplazándolos por la escalera que
desde el restaurante llegaba al tercer piso, por cuanto, por esa ruta,
para “… acceder al cuarto piso desde la Cafetería y por esta escalera privada,
era necesario hacer un recorrido por el corredor del tercero, aledaño a la tribuna
superior del salón de audiencias y ascender luego por la escalera principal del
sector sur” 176 , y entonces habrían tenido que enfrentar el intenso
combate que se desató en ese sector con la irrupción del Grupo de
Operaciones Especiales (GOES) de la Policía por la azotea del
edificio, lo que les impedía acceder al cuarto piso por la escalera
principal del sector sur.
Y hay evidencia que los empleados de la cafetería no fueron
sacados de ese lugar al iniciarse las acciones de la toma violenta de
la edificación, pues como lo narró MATSON OSPINO, la guerrillera
de sastre azul que tomó posesión de la cafetería en el comienzo de
la operación obligaba a la gente a entrar detrás del mostrador; hay
rastros que muestran personas encerradas en un cuarto ubicado en
el salón principal del restaurante, donde se encontraron varias
pertenencias de sus trabajadores, como la llave de la registradora
que siempre llevaba consigo CARLOS AUGUSTO RODRIGUEZ
VERA, y la señora MARIA DEL CARMEN CASTRO DE PATIÑO,
estando en el sótano, en el cuartico donde se preparaba tinto,
176 Informe del Tribunal Especial de Instrucción Criminal, folio 177.