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TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n II | CUENTOS<br />

la cabeza casi cana. A su manera, ella supo conquistarle a la vida todo lo que quiso. Es <strong>de</strong><br />

esa estirpe que sabe vivir y morir en pie.<br />

Sola, siempre, su tristeza es hermana <strong>de</strong> la tierra, y <strong>de</strong> la cruz <strong>de</strong> Jericó <strong>de</strong>l difunto, que<br />

luce a un lado <strong>de</strong>l rancho llena <strong>de</strong> cascarones <strong>de</strong> huevos y trinitarias, don<strong>de</strong> cada día ella<br />

clava una oración y eleva un canto <strong>de</strong> recuerdos rogando a Dios por el <strong>de</strong>scanso <strong>de</strong> aquella<br />

ánima que todavía está penando.<br />

Los lugareños le temen. A su paso se santiguan. Es Nena, la bruja, vestal tenebrosa <strong>de</strong><br />

las tierras <strong>de</strong>l Sur.<br />

<br />

Pero antes fue estampa <strong>de</strong> caminos. Bella, <strong>de</strong> carnes duras como la sequía <strong>de</strong> la tierra;<br />

<strong>de</strong> ojos asombrados, como las tórtolas que huyen a la orilla <strong>de</strong>l Yaque.<br />

Ella conoció a Lico Bueyón, hombre realengo <strong>de</strong>l Sur, y sin meditarlo se ayuntó con él.<br />

Es la suya una historia <strong>de</strong> tierras enfebrecidas y noches ardientes. No oculta sus aventuras<br />

<strong>de</strong> contrabandista, y habla <strong>de</strong> sus tiempos cuando era caballo y se montaba con el espíritu<br />

<strong>de</strong> Ogún Balenyó. Entonces cruzaba la raya cuando los cielos <strong>de</strong> la frontera eran sendas<br />

nocturnas <strong>de</strong> estrellas. Debió bailar en Vela<strong>de</strong>ro y Las Caobas y conocer las rutas <strong>de</strong> Puerto<br />

Príncipe. La tambora enfebreció su carne al ritmo <strong>de</strong>l vudú, en la ancestral orgía africana<br />

que encien<strong>de</strong> las noches <strong>de</strong> Haití. A su regreso, a través <strong>de</strong> las madrugadas foscas, sus<br />

monturas se inclinaban al peso <strong>de</strong>l clerén. Y comenzaba la otra aventura, la venta ilegal. La<br />

marcha larga sobre los trillos secretos que cortan las montañas y conducen a los poblados<br />

<strong>de</strong> Barahona, Hondo Valle, San Juan <strong>de</strong> la Maguana… siempre <strong>de</strong> noche por zonas <strong>de</strong> angustia.<br />

Cruzando amaneceres en el viaje <strong>de</strong> vuelta, amparada por los espíritus <strong>de</strong>l agua y<br />

<strong>de</strong> la tierra, llamando a Papá Legbá cuando el peligro la amenazaba o transformándose en<br />

piedra, o en tronco, o en perro cada vez que los bandoleros le cruzaban el paso. El calendario<br />

<strong>de</strong> Nena, la bruja, es un calendario <strong>de</strong> lunas y estrellas, con las distancias medidas<br />

por el paso <strong>de</strong> los ríos y las guardias ocultas, escalas <strong>de</strong> la novela <strong>de</strong>l alijo haitiano. En sus<br />

anécdotas figura el gavillero Rafael Lucas, que asaltaba las recuas en el paso <strong>de</strong>l Naranjal.<br />

Fue amante <strong>de</strong>l negro Cinturón, asesino sin rival y vagabundo <strong>de</strong> rutas. Explica historias<br />

<strong>de</strong>l Bagá (espíritu diabólico que se aparece en forma <strong>de</strong> perro, <strong>de</strong> jabalí o <strong>de</strong> pájaro y puebla<br />

<strong>de</strong> miedo los parajes oscuros). Estremece su relato el paso <strong>de</strong> la tarimba: la parihuela<br />

que conduce al muerto va ro<strong>de</strong>ada <strong>de</strong> gentes vestidas con ropas <strong>de</strong> chillones colores, que<br />

beben, bailan y cantan el rito en patois. Y sus recuerdos <strong>de</strong>l monte la Urca, en el camino <strong>de</strong><br />

San Juan… Y sus noches <strong>de</strong> vela, junto a Telésforo, bailando Los Palos <strong>de</strong>l Espíritu Santo,<br />

en junio, cuando las lomas, la selva y las sabanas se juntan y confun<strong>de</strong>n en un paisaje gris<br />

que tiembla vacilante, ayuno <strong>de</strong> agua, con perros algebraicos y algodonales amplios, y<br />

cañadas sedientas que se duermen al son <strong>de</strong> los atabales…<br />

Pero entre esta mujer que ahora tiene carnes flácidas y el bandolero Lico Bueyón,<br />

creció una pasión avasalladora, tan violenta como crece el maíz en la menguante. Ella lo<br />

hizo cabecilla. Apegada a su hombre como la yedra al jabillo vigoroso, invocó una tar<strong>de</strong> a<br />

los espíritus <strong>de</strong>l mal y lo preparó para las luchas <strong>de</strong> guerrillas, el maroteo <strong>de</strong> siempre, y el<br />

contrabando.<br />

—Ven –le dijo–. Quiero prepararte.<br />

Penetró en la habitación <strong>de</strong>l rancho. Esta era una pieza atiborrada <strong>de</strong> imágenes <strong>de</strong> santos,<br />

cada una <strong>de</strong> las cuales poseía un velón encendido. En el fondo estaba un camastro pequeño<br />

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