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TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

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—Cójale el peso al cuento –me contestó él. —Lo que soy yo, no me arrepiento <strong>de</strong> haberme<br />

vestido <strong>de</strong> limpio y <strong>de</strong> engalanar a Bonito para ir a ver a don Francisco. Quizás así me haga<br />

una buena proposición. De otra manera, lo contrario.<br />

Nepotismo<br />

CoLECCIón PEnSaMIEnto DoMInICano | Vo l u m e n II | CuEntoS<br />

—¡ay Maruca! ¡abrázame! aquí lo tengo.<br />

Y don Fausto, al <strong>de</strong>cir esto, se dirigía hacia su mujer, con la cara congestionada, ambos<br />

brazos en alto, en la mano <strong>de</strong>recha un pliego <strong>de</strong> papel.<br />

—¿Y qué es? –le contesta Maruca, estrechándole. —¿Qué es, mi querido Faustico?<br />

—¿no lo has adivinado todavía? ¿nada te dicen mi emoción, mi alegría, mi… es el<br />

nombramiento. Estoy nombrado Ministro <strong>de</strong> Hacienda, y es muy consolador que quien no<br />

tiene una suya pueda manejar la <strong>de</strong> la República. La hacienda gran<strong>de</strong>, ¡Maruca!<br />

—Ya se acabaron nuestros apuros, Faustico, y los <strong>de</strong> la familia, también. Porque tú, ¡lo<br />

juraría! no has <strong>de</strong> ser un mal pariente.<br />

—ah, por supuesto. Lo que yo tengo está a disposición <strong>de</strong> la patria, digo, <strong>de</strong> la familia.<br />

—Bueno, pues comencemos por los hijos. Emestico y Luisito necesitan dos interventorías<br />

<strong>de</strong> aduana, y es preciso buscárselas <strong>de</strong> las mejores. ¡Les daremos, o les darás tú, la <strong>de</strong><br />

Puerto Plata y la <strong>de</strong> la Capital!<br />

—Pero son muy jóvenes<br />

—Bah! No seas tonto. En Europa han hecho oficiales <strong>de</strong> ejército, oficiales militares, a<br />

niños recién nacidos, y ya los nuestros pasan <strong>de</strong> los quince años. a<strong>de</strong>más, los Papas han<br />

hecho, <strong>de</strong> sus sobrinos, Car<strong>de</strong>nales infantiles…<br />

—Bueno, pues concedido.<br />

—ahora, siquiera sea para que compensen las eda<strong>de</strong>s, me les darás otras dos aduanas a<br />

papá y a mi abuelo don Pepito. Entre los cuatro suman ciento setentiocho años, <strong>de</strong> manera<br />

que la parte alícuota <strong>de</strong> cada uno será <strong>de</strong> cuarenticuatro y un pico. Con eso se les cierra el<br />

i<strong>de</strong>m a los envidiosos.<br />

—Ya tienes lo que querías. ahora déjame acordarme <strong>de</strong> los amigos y <strong>de</strong> las personas<br />

útiles. tú sabes que en política los hombres valen más por lo que pue<strong>de</strong>n servir que por lo<br />

que han servido. Ese es un axioma indiscutible.<br />

—Eso es una paparrucha. Lo que yo sé es lo que <strong>de</strong>cía un político venezolano: “Quien<br />

no gobierna con los suyos se suicida,” y los suyos son la familia <strong>de</strong> uno.<br />

—¡Maruca! ¡Maruca, que me pier<strong>de</strong>s! Bien lo dijo San nepomuceno: “Si tu mujer quiere<br />

que te tires por una ventana, ruégale a Dios que no esté lejos <strong>de</strong>l suelo”.<br />

—Mira Fausto. Los santos no saben gran cosa <strong>de</strong> mujeres, porque ellos no las lidiaron jamás.<br />

Si una mujer le pi<strong>de</strong> a su amado que se arroje por una ventana, ten por seguro que no es alta,<br />

y que <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> ella ha puesto un colchón, para por si acaso. Conque, déjate convencer.<br />

—Pues sigue pidiendo.<br />

—oh, ya no será mayor cosa. Sólo necesito quince empleos importantes más para todos<br />

nuestros primos, nuestros tíos, nuestros hermanos. Déjame ver…<br />

(Los enumera y los cuenta con los <strong>de</strong>dos).<br />

—Sí, quince nada más.<br />

—¿Estás contenta ya Maruquita? te he concedido los diecinueve empleos mejor retribuidos<br />

<strong>de</strong> mi ramo.<br />

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