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TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

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chorro en<strong>de</strong>moniado y vulgarísimo no perdonaba en el sagrado <strong>de</strong> él al dueño o dueña (las<br />

hembras son las más maltrechas en estos lances) que estuviese <strong>de</strong>snudándose, matándose las<br />

pulgas o en otro entretenimiento <strong>de</strong> este jaez, o en su propio lecho acostado. a veces, ojos, que<br />

no tubos lanzadores <strong>de</strong> chorros, pegados a los agujeros, <strong>de</strong>scubrían ¡oh profanación! <strong>de</strong>snudas<br />

y mórbidas formas, o bustos <strong>de</strong> media vida con tentativas <strong>de</strong> esqueleto…<br />

El silencio, la soledad, el ruido estri<strong>de</strong>nte y traidor <strong>de</strong>l barreno, el chorro <strong>de</strong> agua inundando<br />

la casa, las carreras, el cuchicheo <strong>de</strong> los mojadores, las risotadas, y todo lo <strong>de</strong>más,<br />

¡digno coronamiento <strong>de</strong> la fiesta <strong>de</strong>l día! No <strong>de</strong>jaban <strong>de</strong> infundir cierto temorcito que duraba<br />

hasta la medianoche. Percances no faltaban a los <strong>de</strong>salmados jeringadores. Individuo había<br />

<strong>de</strong> tan recias pulgas que acaso en el acto <strong>de</strong> pillárselas en el cuerpo y enfriándole la voluntad<br />

un soberano chisquetazo, arremetía furioso a una franca, a un viejo machete <strong>de</strong> cabo, a una<br />

escopeta o carabina y saliese tras los burladores echando todas las pestes que por corteses<br />

no han podido transigir con el diccionario ni aún tan siquiera con el <strong>de</strong> la aca<strong>de</strong>mia, por<br />

ser el más malo <strong>de</strong> todos.<br />

naturalmente, no faltaban ni faltan en día <strong>de</strong> San Andrés sus riñas que antes no pasaban<br />

<strong>de</strong> unos cuantos trompazos, pero que ya en esta época <strong>de</strong> más ilustración (¡a ver qué tendrán<br />

que ver la ilustración y el progreso con los cascarones!) son con honores <strong>de</strong> tiros y machetazos,<br />

con apéndices <strong>de</strong> muertos y heridos. Fuera <strong>de</strong> que ya nuestro San Andrés no es aquel culto<br />

cuanto bravío, en que las más nobles damas y galantes caballeros eran los protagonistas <strong>de</strong>l<br />

juego; sino el manso, el vulgar y el peligroso que señoras y caballeros <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñan; cumpliéndose<br />

así aquel adagio: Del agua mansa líbreme Dios que <strong>de</strong> la brava me libro yo…<br />

Y <strong>de</strong> tal <strong>de</strong>sdén resulta que ya se sale impunemente ese día vestido como cualquier otro<br />

y aún sin paraguas (precaución indispensable para el que no jugaba) y ¡cosa rara! se abren<br />

los templos en sus novenarios sin temor a un ¡sálvese el que pueda! y aún se ha dado el año<br />

pasado función dramática en el teatro <strong>de</strong> La Republicana. tan poco respeto por la tradicional<br />

barbaridad acuátil es signo <strong>de</strong> <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia visible <strong>de</strong> ese juego y acaso revele un grado más<br />

<strong>de</strong> sentido común <strong>de</strong>l que teníamos ahora diez o doce años.<br />

En efecto, el San Andrés manso inspira repugnancia y temor; porque las chabacanerías<br />

<strong>de</strong>l vulgo y aún <strong>de</strong> los que calzan levita y son vulgo por <strong>de</strong>ntro y no por fuera, han acabado<br />

con el otro, el bravío, el bueno, el elegante San Andrés <strong>de</strong> nuestros antecesores. El caso es<br />

que casi nadie juega, y <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> poco perecerá tan honesta diversión.<br />

Enero <strong>de</strong> 1889.<br />

La escuela <strong>de</strong> antaño<br />

La letra con sangre entra.<br />

Máxima <strong>de</strong> la Escuela <strong>de</strong> antaño.<br />

CoLECCIón PEnSaMIEnto DoMInICano | Vo l u m e n II | CuEntoS<br />

antiguamente, la escuela era pretexto. a<strong>de</strong>más, era inquisición hecha y <strong>de</strong>recha, y jubilación<br />

<strong>de</strong> ignorantes dómines y <strong>de</strong>scanso <strong>de</strong> los papás.<br />

Pretexto <strong>de</strong> todo; menos lugar don<strong>de</strong> pudiese enseñarse una palotada <strong>de</strong> cosa alguna ni<br />

fuese capaz ningún cristiano <strong>de</strong> trasmitir conocimientos que no tenía. ¡Patarata!<br />

El dómine era todo un ente raro, un pobre diablo que no <strong>de</strong>bía tener ni dignidad <strong>de</strong> director<br />

moral ni <strong>de</strong> hombre siquiera, y que anda mais, <strong>de</strong>bía estar reñido con el pan cotidiano.<br />

Era, tenía por fuerza que ser ante todo y más que otra cosa alguna, sucursal <strong>de</strong> represiones<br />

y castigos <strong>de</strong> la casa paterna, y un espantajo en forma para el chico en el tiempo y en el<br />

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