03.04.2013 Views

TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

CoLECCIón PEnSaMIEnto DoMInICano | Vo l u m e n II | CuEntoS<br />

—Habla.<br />

—¡Yo te amo, Marcelina!<br />

—¡Es posible! exclamó con la inocencia <strong>de</strong> los ángeles: ¿y cómo es que adorándote yo<br />

no participo <strong>de</strong> tus propias inspiraciones?<br />

El diluvio <strong>de</strong> besos que estampé en su mano incendiada por la pasión fue la respuesta<br />

que dio mi gratitud; mientras ella esmaltada por el rubor a consecuencia <strong>de</strong> su bellísima<br />

espontaneidad, cerró los ojos e inclinó la frente como un aguinaldo en cuyo cáliz proyecta<br />

el sol su rayo más fogoso.<br />

Calmadas las emociones <strong>de</strong>l momento nos dimos cuenta <strong>de</strong>l pasado y hablamos <strong>de</strong>l<br />

porvenir.<br />

—Serás mi esposa –le dije– y nuestra choza el templo <strong>de</strong>l amor.<br />

—Sí –me repuso enajenada–, y te amaré como te amo hoy; porque amarte más es imposible.<br />

Mira, Jacinto; aquí mismo, al pie <strong>de</strong> este árbol levantarás nuestra cabaña. así tendremos<br />

siempre presente nuestros juramentos. ¡oh! ¡Cuánta felicidad! Pero vamos a echarnos a los<br />

pies <strong>de</strong> papá y a revelarle nuestro amor…<br />

—¡un momento más, querida Marcelina! Es tan hermoso estar ahora a tu lado sin<br />

testigos…!<br />

—Es que tengo miedo, Jacinto…<br />

—¡Miedo! ¿Y <strong>de</strong> quién tienes miedo cuando yo velo por ti?<br />

—no sé explicarlo… pero <strong>de</strong> verdad que tengo miedo…<br />

—tranquilízate mi bien –repuse yo conmovido por su interesante timi<strong>de</strong>z; Dios <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

su trono ha escuchado nuestras protestas <strong>de</strong> amor, y seguramente las bendice. a<strong>de</strong>más, yo<br />

estoy aquí para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rte y…<br />

Dos agudos gritos estallaron a la vez. El uno seco, estri<strong>de</strong>nte, fatídico como el <strong>de</strong> la<br />

muerte, salió <strong>de</strong> la cresta <strong>de</strong> la montaña y restalló <strong>de</strong> roca en roca hasta per<strong>de</strong>r su timbre<br />

entre los murmullos querellosos <strong>de</strong> estas aguas; el otro, ¡ay! el otro triste, profundísimo, grito<br />

<strong>de</strong> dolor arrancado al alma que se adormecía <strong>de</strong>scuidadamente en brazos <strong>de</strong> la felicidad,<br />

partió <strong>de</strong>l seno <strong>de</strong> Marcelina articulando con trabajo estas palabras:<br />

—¡Dios mío!… ¡¡¡La ciguapa!!!<br />

Esto dicho se <strong>de</strong>smayó. Privado <strong>de</strong> todo auxilio en aquella dolorosa situación, ceñí a<br />

Marcelina por la cintura, la suspendí hasta mis hombros y me alejé <strong>de</strong> este lugar, llevándola<br />

como a un niño que se duerme en los momentos más supremos <strong>de</strong> una fiesta.<br />

Ni la ternura <strong>de</strong> su padre, ni el solícito cuidado <strong>de</strong> sus hermanos, ni el amor afligido<br />

<strong>de</strong> mi alma, ¡ay! nada señor, pudo <strong>de</strong>volver a la suya la tranquilidad que había perdido…<br />

Des<strong>de</strong> que cayó en el lecho fue víctima <strong>de</strong> una enajenación horrible, <strong>de</strong> un sopor espantoso,<br />

sólo alterado por la convulsión y los sollozos; si abría sus labios, ya sin carmín y sin color,<br />

era sólo para pronunciar estas palabras: ¡oh Jacinto mío! íbamos a ser felices… pero… ¡¡¡yo<br />

vi la ciguapa!!! ¡adiós Jacinto!<br />

En seguida escondía la hermosa frente en la almohada y volvía a <strong>de</strong>smayarse. Para concluir,<br />

caballero, porque el recuerdo me asesina: ¡tres días <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> este acontecimiento doloroso<br />

dimos sepultura <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> ese árbol <strong>de</strong> cera al cadáver <strong>de</strong> mi adorable Marcelina…!<br />

Calló el mancebo enjugando como a hurtadillas una gruesa lágrima que surcaba su<br />

mejilla. Yo me levanté, viendo que era tiempo <strong>de</strong> seguir en dirección <strong>de</strong> Puerto Plata y tomé<br />

mi caballo que se había alejado un poco paciendo la fresca grama <strong>de</strong> las inmediaciones, pero<br />

antes <strong>de</strong> cabalgar, y visto que Jacinto había dominado la emoción, me atreví a preguntarle.<br />

696

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!