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TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

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—Monstruoso, seño tomás, monstruoso. Lo que no me explico es que el pájaro entero<br />

cupiese en la mitad <strong>de</strong> una <strong>de</strong> sus plumas.<br />

—Milagro, amigo mío, milagro.<br />

Prosa y Verso, San P. <strong>de</strong> Macorís, sept. <strong>de</strong> 1895.<br />

El brocal<br />

CoLECCIón PEnSaMIEnto DoMInICano | Vo l u m e n II | CuEntoS<br />

Que no era tomás hombre <strong>de</strong> genio aguantador, bien lo saben los que como yo le conocieron.<br />

Pen<strong>de</strong>nciero, nunca lo fue, pero por cada burla sabía poner la mano don<strong>de</strong> la pone el<br />

Obispo en el momento <strong>de</strong> la confirmación; y <strong>de</strong>spués, a Roma por todo, como él <strong>de</strong>cía, que<br />

ni temo a los hombres ni a la justicia.<br />

En cierta ocasión llegó tomás a un juego, en el cual tallaba <strong>de</strong> banco el alcal<strong>de</strong> <strong>de</strong> barrio.<br />

Hizo punto, siguiendo como cábula la chica jíbara.<br />

—a el as, que viene a la tercera; dijo, y puso un montón <strong>de</strong> pesos, en papel, sobre la carta<br />

<strong>de</strong> su gusto, pero el pícaro <strong>de</strong>l alcal<strong>de</strong> con mucha maña y poco talento, queriendo probar<br />

habilidad, pasa la <strong>de</strong> arriba y el as queda abajo.<br />

—Párese el banco, usted ha volado una carta.<br />

—tenga su lengua el señor tomás, que no entiendo yo <strong>de</strong> esos manejos y raya en atrevido<br />

quien tal dice.<br />

—tallador <strong>de</strong> manigua, mal acostumbrado y pícaro es el alcal<strong>de</strong> <strong>de</strong> mi barrio, y entienda<br />

el malandrín que no es él quien pue<strong>de</strong> distinguirme con el mote <strong>de</strong> atrevido, y que a<br />

insultos tales doy esta contestación y así diciendo, metióle un bofetón que fue a dar con su<br />

humanidad a tres varas <strong>de</strong> distancia <strong>de</strong>l sitio que ocupaba.<br />

allí trataron <strong>de</strong> hacer preso a tomás; pero listo y valeroso echó mano a su pistola y<br />

poniéndose en guardia dijo:<br />

—ténganse todos o le reviento el alma <strong>de</strong> un plomazo al primero que ose insolente<br />

poner la mano en mi persona.<br />

todos retrocedieron y tomás se fue, llegó a su casa, enjaezó el rucio, le echó piernas y tomando<br />

el camino <strong>de</strong> Güibia (hoy avenida no sé <strong>de</strong> qué héroe, que sin duda murió en la miseria,<br />

por obra y gracia <strong>de</strong>l progreso, señor que se complace en cambiar nombres) fue a dar allá a<br />

las Lajas, un poco antes <strong>de</strong> Haina, <strong>de</strong>jando al picarón <strong>de</strong>l alcal<strong>de</strong>, quien para tomás valía<br />

menos que la décima cifra <strong>de</strong> los números puesta a la izquierda, como dijera <strong>de</strong> un notario<br />

cierto escritor americano, confirmado por segunda vez si es que lo estaba por la primera.<br />

Después <strong>de</strong> Honduras, rico lugarejo que abastece <strong>de</strong> sabrosas frutas a la Capital, están<br />

las Lajas.<br />

En un tiempo oscuros montes y aposta<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> bandidos, según cuentan las viejas crónicas,<br />

era aquel enmarañado sitio, porque las puras brisas <strong>de</strong>l progreso no habían refrescado<br />

sus tierras.<br />

Era todo aquel recinto un monte muy elevado, como he visto pocos.<br />

Buena cacería, eso sí; porque allí en mayo corría la turquesa, y en junio y julio se tiraba<br />

a la pichonada <strong>de</strong> coronitas.<br />

Pues bien, allí fue a dar tomás, huyendo <strong>de</strong>l furor <strong>de</strong>l alcal<strong>de</strong> <strong>de</strong> su barrio.<br />

una mañana fuese caminando <strong>de</strong> monte a monte, cazando algunos pájaros para la<br />

comida <strong>de</strong>l día.<br />

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