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TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

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EMILIo RoDRíGuEZ DEMoRIZI | tRaDICIonES Y CuEntoS DoMInICanoS<br />

<strong>de</strong> reputación, y que en los garitos, tabernas y otros círculos incompatibles con el or<strong>de</strong>n, la<br />

moralidad, la opinión y la conciencia pública suelen fabricarse esos santos i<strong>de</strong>ales <strong>de</strong>l interés<br />

social y sus genuinas representaciones…<br />

Sin pensar en los honores y las consi<strong>de</strong>raciones que le había conquistado su cotorra,<br />

Magino estaba encariñado con ella, pero no lo estaba con el trabajo sudoroso.<br />

El aumento <strong>de</strong> los propietarios produjo la escasez <strong>de</strong> la propiedad. El consumo encareció<br />

la producción, y las viandas no se adquirían ya con la facilidad <strong>de</strong> otros tiempos.<br />

Llegó un día <strong>de</strong> invierno (los días <strong>de</strong> invierno <strong>de</strong>ben ser muy exigentes en la Sierra) y<br />

Magino tenía mucha hambre, pero ninguna carne para un salcocho y ni un centavo con qué<br />

comprarla. Buscó y rebuscó inútilmente por todas partes; miró hacia arriba, miró hacia abajo<br />

y dijo con voz grave: no hay remedio, tengo que comerme la cotorra.<br />

Y la cotorra con gran extrañeza exclamó al punto: ¡no juegues, Magino!<br />

Magino resueltamente hizo can<strong>de</strong>la en el fogón y le puso encima una cazuela con sal,<br />

agua y algunos trozos <strong>de</strong> banano ver<strong>de</strong>.<br />

La pobre cotorra, sin duda para disuadirle <strong>de</strong>l negro <strong>de</strong>signio, cantó y bailó a Magino<br />

un animado zapateo con que ella le había divertido muchas veces. Magino, diciendo enternecido<br />

“¡la pobre!” amolaba sobre una piedra un cuchillo viejo mientras la cotorra repetía:<br />

¡no juegues, Magino!<br />

Cuando el <strong>de</strong>sdichado pájaro quiso repetir por última vez aquella frase suplicatoria,<br />

capaz <strong>de</strong> <strong>de</strong>tener no sólo el hambre humana, sino la voracidad <strong>de</strong> una fiera, el cuchillo <strong>de</strong>l<br />

<strong>de</strong>salmado hambriento cortó la tierna frase en la ensangrentada garganta <strong>de</strong> la inocente<br />

víctima que sólo dijo ya: no juegue, Mag…<br />

Des<strong>de</strong> entonces, la choza <strong>de</strong> Magino no se vio más honrada por vecinos ni viajeros<br />

distinguidos, y en el lenguaje familiar <strong>de</strong> la comarca, cuando se quiere disentir <strong>de</strong> alguna<br />

pretensión inadmisible o absurda, dicen así: no juegues, Magino…<br />

El Álbum, Santiago, 1900; y La Opinión, n. o 1603, S. D., 30 <strong>de</strong> marzo <strong>de</strong> 1932.<br />

aPÉnDICE<br />

LA FIESTA DE LOS CANGREJOS (1655)<br />

Por Antonio <strong>de</strong>l Monte y Tejada*<br />

Los españoles dominicanos se gozaban entretanto en su victoria. Parécenos oportuno<br />

referir aquí la tradición vulgar en la isla, que explica el origen <strong>de</strong> una fiesta que se celebraba<br />

en la Catedral en acción <strong>de</strong> gracia por la <strong>de</strong>rrota <strong>de</strong> los ingleses, y que se <strong>de</strong>signaba con el<br />

nombre <strong>de</strong> fiesta <strong>de</strong> los cangrejos.<br />

Es el caso que en la boca <strong>de</strong> Haina, don<strong>de</strong> <strong>de</strong>sembarcó el ejército inglés, se cría un prodigioso<br />

número <strong>de</strong> cangrejos entre los mangles y árboles <strong>de</strong> sus montuosas orillas, y la guardia<br />

avanzada <strong>de</strong>l enemigo, que estaba próxima a una emboscada que mantenían los españoles,<br />

*De Historia <strong>de</strong> Santo Domingo, S. D., 1890, Vol. III, p.28. (acerca <strong>de</strong>l supuesto origen <strong>de</strong> Robinson Crusoe, ver su<br />

Historia…, Vol. 2, p.290, edición <strong>de</strong> 1953). Del Monte recogió en su obra otras tradiciones dominicanas, como la <strong>de</strong><br />

las Merce<strong>de</strong>s, reproducida, con adiciones, en nuestra obra España y los comienzos <strong>de</strong> la pintura y la escultura en América,<br />

Madrid, 1966. De la fiesta <strong>de</strong> los cangrejos en Santo Domingo, se habla en Segunda Carta <strong>de</strong> un Americano al Español,<br />

Londres, 1812, p.86.<br />

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