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TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n II | CUENTOS<br />

PEDRO HENRÍQUEZ UREÑA (1884-1946)<br />

La sombra<br />

En la tar<strong>de</strong>, al llegar a mi nueva casa cerca <strong>de</strong>l mar, sentí la fruición <strong>de</strong> las cosas bien<br />

logradas: el jardín, que recibimos en <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n salvaje, iba <strong>de</strong>finiendo formas; las enreda<strong>de</strong>ras<br />

iban subiendo <strong>de</strong>cididas; los rosales habían encogido su exuberancia <strong>de</strong> ramas dispares; en<br />

los naranjos se afianzaban las orquí<strong>de</strong>as familiares <strong>de</strong> las Antillas: la mariposa y la flor <strong>de</strong><br />

lazo, que allí no se siente catleya vanidosa y envanecedora como en climas extraños.<br />

Pero en la galería encontré al perro <strong>de</strong>sconocido. Echado en actitud vigilante. Me miró;<br />

lo miré; no se inmutó. Mediano <strong>de</strong> tamaño; afilado <strong>de</strong> hocico; piel negra con manchas claras.<br />

Nada extraño que hubiera atravesado el jardín y se hubiera plantado en la galería: en la feliz<br />

confianza <strong>de</strong> las tierras tropicales no hay verjas cerradas. En otro tiempo ni siquiera puertas<br />

cerradas. Pero ahora las puertas se cierran, y yo cerré la mía.<br />

Por la noche, a altas horas llamaron en la casa. Abrí una ventana <strong>de</strong> la galería, y mi cara<br />

estuvo a punto <strong>de</strong> chocar con otra cara, gran<strong>de</strong>, envejecida, <strong>de</strong> cochero.<br />

—Aquí traigo al señor.<br />

—¿A qué señor?<br />

—Al inglés que vive aquí.<br />

—Aquí no vive ningún inglés.<br />

—Pero si yo lo he traído muchas veces…<br />

—Habrá vivido aquí antes que nosotros.<br />

—¿Y no sabe dón<strong>de</strong> vive ahora? Ha bebido mucho y no le entiendo lo que dice.<br />

—No lo conozco y no sé dón<strong>de</strong> vive. Lo siento mucho.<br />

—¡Adón<strong>de</strong> lo llevaré!<br />

Al dormirme, en la flojedad aprensiva <strong>de</strong> la somnolencia sentí <strong>de</strong>secha la felicidad <strong>de</strong> la<br />

tar<strong>de</strong> y envuelta la casa en aura <strong>de</strong> persecución: perros <strong>de</strong>sconocidos… ingleses ebrios…<br />

Al día siguiente, al caer la tar<strong>de</strong>, el perro estaba <strong>de</strong> nuevo echado en mi galería. Me<br />

miró; lo miré; se levantó <strong>de</strong>l suelo, con los ojos fijos en mí. Entré, cerré la puerta, y no<br />

hubo más.<br />

A la tercera tar<strong>de</strong>, el perro estaba allí otra vez. Al verme, se levantó <strong>de</strong>l suelo gruñendo.<br />

Lo amenacé con el bastón y huyó.<br />

No volvió a echarse en la galería. Pero noches <strong>de</strong>spués divisé en la calle la sombra negra<br />

con manchas claras. Se lo mostré a mis hijos; salieron a mirarlo, y hablaron <strong>de</strong> él con niños<br />

<strong>de</strong>l vecindario: supieron que había vivido en la casa y que su amo era inglés; al inglés lo<br />

pintaban ebrio, rojo, malhumorado.<br />

—¿No será que el amo lo trata mal y que quiere venir a vivir aquí? ¿Quieres que lo<br />

<strong>de</strong>jemos? Estará mejor que con el inglés.<br />

—Si quisiera… Pero <strong>de</strong> seguro está enojado porque vivimos en esta casa: él cree que es<br />

suya. Si volviera y no nos amenazara…<br />

El animal volvió, pero en actitud <strong>de</strong> amenaza. No entró a la galería <strong>de</strong>lantera, como<br />

antes: se escurrió por el camino lateral hacia la cochera, en el fondo <strong>de</strong>l terreno, y se<br />

instaló en la cocina, separado <strong>de</strong>l cuerpo principal <strong>de</strong> la casa. Allí, al caer la tar<strong>de</strong>,<br />

recibió con gruñidos a la cocinera. La excelente Celia (¡qué tortugas!, ¡qué langostas!,<br />

¡qué camiguamas!) no tuvo valor para afrontarlo y me pidió socorro. Afortunadamente, la<br />

cocina tenía ventanas, y amenazando al perro <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una <strong>de</strong> ellas, bastón en manos, pu<strong>de</strong><br />

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