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TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

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SÓCRATES NOLASCO | EL CUENTO EN SANTO DOMINGO – <strong>TOMO</strong> I<br />

Para oír solamente, un seco:<br />

—Buenos días, Valera.<br />

Estampa fuerte ésta <strong>de</strong>l encuentro <strong>de</strong>l Pancho Valera con Ceferino Constanzo. Lejos <strong>de</strong><br />

parecer contrito y respetuoso, Ceferino Constanzo es altivo y clava su mirada <strong>de</strong> fiera en<br />

el hombre que tiene arreglos con el “socio” y llama Relámpago a su caballo. Pálido hasta<br />

parecer febril el Pancho Valera hun<strong>de</strong> sus espuelas en los ijares <strong>de</strong>l caballo y se aleja <strong>de</strong>jando<br />

a su espalda un hálito <strong>de</strong> misterio que se acuna en el silencio. En el silencio ilímite <strong>de</strong>l alto<br />

Guanuma.<br />

En el alto, apenas si hablan los lugareños. El sol acabará muy pronto su tarea y luego<br />

vendrá la noche. Sobre los árboles caerá un rosario <strong>de</strong> avemarías y todos los vecinos se<br />

persignarán y pedirán clemencia a las ánimas. El camino quedará borrado durante toda la<br />

noche y abrirá sus precipicios a la voluntad <strong>de</strong> los duen<strong>de</strong>s. En el pico <strong>de</strong> Santa María la<br />

lechuza dirá su <strong>de</strong>seo y en el instante, en el “casi ya” <strong>de</strong> los vecinos, se oirá un grito largo,<br />

adolorido, proferido por los difuntos.<br />

¿Quién anda en la noche en el alto <strong>de</strong> Guanuma? Sólo el Pancho Velera mentao es capaz<br />

<strong>de</strong> recorrer todo el lugar, porque es amigo <strong>de</strong>l “socio” y le tiene el alma vendida por unos<br />

cuantos placeres; sólo él con un farol pintado <strong>de</strong> rojo, irá cuesta arriba y cuesta abajo con<br />

los ojos <strong>de</strong>sorbitados como le gustan al “socio”; sólo él es capaz <strong>de</strong> asomarse a los caminos<br />

en las noches largas <strong>de</strong>l alto Guanuma.<br />

Los vecinos imploran al sueño que les haga olvidar las historias llenas <strong>de</strong> duen<strong>de</strong>s que<br />

recorren todos los caminos. Si ocurre algo, que sea con Valera, el varón <strong>de</strong>l sitio, el <strong>de</strong> los<br />

espolines <strong>de</strong> plata y el sombrero gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> cana.<br />

—El padre <strong>de</strong> toos los cuentos es el mismo Valera –informa una voz en el rancho que<br />

está frente al pico <strong>de</strong> Santa María.<br />

—No diga eso, don Cefe –contesta alguien <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un rincón cuajado <strong>de</strong> sombra espesa.<br />

—El Valera es hombre <strong>de</strong> cuidado. Tiene las mismas cosas <strong>de</strong> Badalillo, coquetea y coquetea,<br />

y si uno le coje confianza lo empuja pa la laguna. Yo recuerdo el lance que tuvo en<br />

Mata María con el Negro Trinidad. Los dos dizque eran buenos amigos, y hasta bebían tragos<br />

<strong>de</strong> la misma botella; pero vino la mala –el “no te mereces mis atenciones”, el tú o yo en<br />

este sitio– y cuando el Negro Trinidad quiso aclarar el punto, ya tenía el acero en la barriga<br />

y los cuajarones <strong>de</strong> sangre le cerraban la garganta. Después… se vido al Pancho Valera, que<br />

entonces no era mentao, secar el cuchillo con el pañuelo, treparse al caballo impaciente y<br />

seguir sin rumbo como un pedazo <strong>de</strong>l viento.<br />

—Esos cuentos los ha inventao él pa’cojerse el sitio. Observen que cuando me mira se<br />

pone pálido. Pa’pleitos no tengo agallas; pero a este hombre no le temo, replica con bríos<br />

Ceferino Constanzo.<br />

—Pues a mí… que me reviente la rueda <strong>de</strong> una carreta en el camino o me parta un<br />

rayo en el conuco; pero eso <strong>de</strong> tener líos con un amigo <strong>de</strong>l “socio” y quedarse uno sin<br />

una tumba en el cementerio no me parece negocio. La otra noche lo vieron hablando<br />

con el “socio” y cuando se dio cuenta <strong>de</strong> que lo miraban hizo una señal y don<strong>de</strong> él estaba<br />

parao lo que encontraron fue can<strong>de</strong>la; –comenta con lengua temblorosa Simeón el<br />

higüeyano.<br />

—A Ceferino Constanzo no le ven<strong>de</strong>n ésa. Pa’mí to lo que se dice <strong>de</strong> él es mentira. Si está<br />

con<strong>de</strong>nao con el “socio” cuando menos a mí me respeta.<br />

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