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TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

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EMILIo RoDRíGuEZ DEMoRIZI | tRaDICIonES Y CuEntoS DoMInICanoS<br />

madre o la hermanita con cintajos <strong>de</strong> todos colores, seguros maestros y discípulos <strong>de</strong> que<br />

habían <strong>de</strong> quedar muy satisfechos los padres <strong>de</strong>l progreso caligráfico <strong>de</strong> sus nenes. Item: se<br />

les hacía machacar algunas lecciones <strong>de</strong> memoria y repasar cuentas; y el día <strong>de</strong>l examen se<br />

presentaban muy limpios y en or<strong>de</strong>n, contestando como papagayos a lo que les preguntaban<br />

los que estaban en el secreto, y encogiéndose y callando como muertos si cualquiera otro les<br />

cuestionaba. aquí estos versos <strong>de</strong> Ricardo Carrasquilla…<br />

Después, mucho beso y abrazo <strong>de</strong> los padres y enhorabuenas <strong>de</strong> los parientes, hasta el<br />

día <strong>de</strong> la repartición <strong>de</strong> recompensas en que vendrían los discursos soporíferos <strong>de</strong>l director<br />

y <strong>de</strong> los ayudantes, incluso el <strong>de</strong>l maestro <strong>de</strong> francés que pronunciaba como un chino Monsiú<br />

yapó (chapeau) y los preparados ad hoc en todos los idiomas vivos y muertos para que<br />

los recitasen pedantescamente los mocitos; y dulces y confites, y brindis y música y baile, y<br />

sonrisas frescachonas <strong>de</strong>l director, y apretones <strong>de</strong> mano, y agur y hasta la vuelta.<br />

Esa candi<strong>de</strong>z <strong>de</strong> nuestros padres hacía más estragos que la escuela. Creían a puño cerrado<br />

que lo que no salía <strong>de</strong> esos bancos, no salía <strong>de</strong> ninguna parte: que allí se formaba el<br />

hombre útil, el sabio, el carácter, el corazón, todo; y por consiguiente, que lo único <strong>de</strong> que<br />

habían menester sus hijos, para salir hombres completos, como los pueblos, era rigor, rigor<br />

y rigor. De ahí la idiotez <strong>de</strong>l dómine, que como la sociedad, estaba dispensado <strong>de</strong> pensar<br />

sumido en tenebrosas preocupaciones y la más grosera ignorancia. Los padres se alegraban<br />

<strong>de</strong> que les agolpeasen a sus hijos, ¡tan maltratados siempre <strong>de</strong> razón como <strong>de</strong> carnes! “¿El<br />

maestro te pegó?” <strong>de</strong>cían, pues arriba te voy a dar otra. ¡apren<strong>de</strong>r o soltar el cuero! Y cuando<br />

venía un muchacho con una oreja <strong>de</strong>sprendida, abierta la cabeza o apostemado, entonces se<br />

encogían <strong>de</strong> hombros como ante los inescrutables <strong>de</strong>signios <strong>de</strong> una Provi<strong>de</strong>ncia, y a curar<br />

al muchacho, si este no se moría <strong>de</strong> las resultas como hubo casos.<br />

Y aquí termina ya este largo proceso <strong>de</strong> la escuela <strong>de</strong> antaño.<br />

¡Más valía entonces nacer para carbonero!<br />

1889.- Del manuscrito inédito, Biblioteca <strong>de</strong> E.R.D.<br />

La hermandad <strong>de</strong> las ánimas<br />

Era <strong>de</strong> ver y oír aquello.<br />

Cuando aún hoy se pue<strong>de</strong> formar triste i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>l estado semi-colonial en que viven<br />

nuestras gran<strong>de</strong>s poblaciones, sin contar el <strong>de</strong> semi-salvajismo en que yacen sumidas las <strong>de</strong><br />

último or<strong>de</strong>n, qué no sería entonces, cuando ni había una miserable candileja <strong>de</strong> éstas que<br />

ahora nos alumbran en las primeras horas <strong>de</strong> la noche como luciérnagas entre unas ruinas,<br />

ni rodaban muchos coches <strong>de</strong> los raros, monumentales y pesadísimos que algunos ricos<br />

poseían, ni tampoco tranvías, ni cosa alguna daba señales <strong>de</strong> vida culta y mo<strong>de</strong>rna; sino<br />

que todo tenía el sello inflexible <strong>de</strong> los tiempos coloniales, ¡con su reata <strong>de</strong> preocupaciones<br />

sociales y fanáticas creencias!<br />

Figurémonos aquellas costumbres, que no obstante, tenían mucho <strong>de</strong> sencillez y óptimo<br />

grado <strong>de</strong> honra<strong>de</strong>z suprema.<br />

En el antiguo templo <strong>de</strong> San Nicolás, que, como todos saben, edificó la piedad o la presunción<br />

<strong>de</strong>l Comendador Ovando, quien le dio su nombre, edificio hoy en ruinas que se ve<br />

al norte <strong>de</strong> la calle <strong>de</strong>l Estudio, enclavado junto al antiguo hospital que se llamó <strong>de</strong>l mismo<br />

modo, alineados ambos a la siniestra mano bajando <strong>de</strong> la cuesta <strong>de</strong> La altagracia; hará unos<br />

treinta o cuarenta años, que los lunes en la noche reuníase un grupo regular <strong>de</strong> hombres<br />

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