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TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

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SÓCRATES NOLASCO | EL CUENTO EN SANTO DOMINGO – <strong>TOMO</strong> II<br />

<br />

Quien tal hizo y quien tal dijo era un sacerdote. Los que recibieron el <strong>de</strong>pósito eran unos<br />

infelices y honrados esposos.<br />

—Juana –dijo el marido–, nada hay como tener buen corazón para encontrar la felicidad.<br />

Somos ya padres. Dios nos envía este hijo, y con él los medios <strong>de</strong> vivir, sólo por hacer un<br />

bien al prójimo.<br />

—Sí, Martín, el padre José pue<strong>de</strong> estar seguro <strong>de</strong> que le cuidaremos mucho a su hijo<br />

como si fuese nuestro. El Señor, que vela por los inocentes, nos lo premiará algún día.<br />

Y ambos acostaron al niño en una humil<strong>de</strong> cama, mimándolo, mientras la mujer le ponía<br />

en los labios un chupón <strong>de</strong> leche <strong>de</strong> cabra, que sorbió con avi<strong>de</strong>z.<br />

En la madrugada salieron en buenas cabalgaduras los esposos por la Puerta <strong>de</strong>l Con<strong>de</strong>,<br />

llevando al infante.<br />

Hicieron viaje rápido hasta Higüero, don<strong>de</strong> se hospedaron en un bohío nuevo y cómodo,<br />

con todos los muebles campestres necesarios y una amplia fresca hamaca <strong>de</strong> cajón<br />

para el niño.<br />

Dejemos que esas buenas almas <strong>de</strong> beatos sigan criando al fruto <strong>de</strong> los amores <strong>de</strong>l padre José,<br />

como cómplices inocentes <strong>de</strong>l suceso que vamos a narrar con la mayor brevedad posible.<br />

La casa <strong>de</strong> don Félix <strong>de</strong>l Prado era una <strong>de</strong> las más respetables <strong>de</strong> esta ciudad en aquella<br />

época. Familias <strong>de</strong> buena cepa, con raíces nobiliares, eran las <strong>de</strong>l esposo y <strong>de</strong> su mujer, doña<br />

Cándida Pedrozo. Aquel hogar servía <strong>de</strong> templo a las virtu<strong>de</strong>s y a la piedad, y la vida <strong>de</strong><br />

ambos cónyuges y <strong>de</strong> su única hija Margarita, bellísima y tierna adolescente, se ocupaban<br />

sólo en rezar el rosario, ir a misa, confesarse y comulgar a menudo, huyendo <strong>de</strong>l contacto<br />

<strong>de</strong> los hombres como <strong>de</strong> cosa <strong>de</strong>l diablo.<br />

Pero éste iba atizando su fuego en el alma candorosa <strong>de</strong> Margarita con los <strong>de</strong>seos naturales<br />

<strong>de</strong> amar a alguien. Y ese alguien único que visitaba constantemente aquella casa y era<br />

el árbitro, juez y confi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> todos, se llamaba el padre José <strong>de</strong> la Calzada, varón preclaro<br />

y virtuoso, humil<strong>de</strong>, caritativo, y joven, <strong>de</strong> buen porte, voz meliflua, maneras distinguidas<br />

y gran ascendiente.<br />

No <strong>de</strong>bemos exigir que la seducción <strong>de</strong> unos ojos <strong>de</strong> fuego y <strong>de</strong> una boca mo<strong>de</strong>lada para<br />

el <strong>de</strong>leite se combata con ascéticas inclinaciones y prácticas. Carne envuelve el espíritu <strong>de</strong><br />

cualquier santo, y aquélla es flaca y frágil y se la<strong>de</strong>a hacia don<strong>de</strong> se la llama con afán y se<br />

la avisa con repetidos contactos.<br />

El padre José se <strong>de</strong>jó llevar y cayó en las tentaciones dulcísimas <strong>de</strong> un amor sin límites.<br />

De aquí al pecado no hubo sino una ocasión propicia para consumarlo.<br />

Ya sabemos, pues, que aquel niño fue la encarnación <strong>de</strong> aquel amor llamado sacrílego<br />

por la Iglesia.<br />

<br />

Nadie supo en casa <strong>de</strong> Margarita su estado, porque ella se valió <strong>de</strong> todos los medios que<br />

para tales casos inventa la necesidad <strong>de</strong> parecer honrada.<br />

Sucedió que a los seis meses, el Gobierno confió una comisión importante a don Félix<br />

<strong>de</strong>l Prado, y éste hubo <strong>de</strong> embarcarse para España.<br />

De manera, que sólo la madre <strong>de</strong> Margarita, a los siete meses <strong>de</strong>l embarazo <strong>de</strong> ésta,<br />

recibió <strong>de</strong> su bija la confesión <strong>de</strong> su culpabilidad.<br />

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