03.04.2013 Views

TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n II | CUENTOS<br />

racimos <strong>de</strong> perdices muertas; pasaban ancianas con telas que ellas mismas habían tejido; <strong>de</strong><br />

vez en cuando cruzaban grupos <strong>de</strong> asnos cargados con botijos <strong>de</strong> vino y <strong>de</strong> aceite. Todo el<br />

mundo gritaba ofreciendo algo en venta. Belén estaba lleno <strong>de</strong> merca<strong>de</strong>res.<br />

No habiendo hallado albergue para él y para María, José fue a dar a un establo, hacia el<br />

camino <strong>de</strong>l sur. En el establo <strong>de</strong>scansaban las bestias <strong>de</strong> labor <strong>de</strong> los campesinos que iban a<br />

Belén, y se veían allí mulas, bueyes, jumentos y caballos, cabras y ovejas. Como José y María<br />

llegaron tar<strong>de</strong>, casi todas las bestias dormían ya. El sitio era pobre, con el techo en ruinas,<br />

las pare<strong>de</strong>s a medio caer, el piso lleno <strong>de</strong> excremento <strong>de</strong> los animales. Pero había calor, el<br />

calor que <strong>de</strong>spedían las bestias, y un olor fuerte, que resultaba a la vez grato, parecía llenar<br />

el aire <strong>de</strong>l lugar.<br />

Cuando el Señor Dios <strong>de</strong>spertó, ya estaba naciendo Su Hijo. Nació sin causar trastornos,<br />

muy tranquilamente; pero igual que todo niño, gritó al sentir el aire en la piel. Gritó, y un<br />

viejo buey que estaba cerca volvió los ojos para mirarle; mugió, acaso queriendo <strong>de</strong>cir algo<br />

en su lengua, y su mugido hizo que una mula que estaba a su lado se volviera también para<br />

ver al recién nacido. En ese momento fue cuando el Señor Dios abrió allá arriba las nubes<br />

y dijo:<br />

—¡Pero si ya nació Mi Hijo!<br />

De momento el Señor Dios pareció <strong>de</strong>sconcertado. Nunca había Él pasado por un caso<br />

igual, pues aunque los mundos y todo lo que en ellos hay habían sido creados por Él, jamás<br />

había tenido un hijo directo, nacido <strong>de</strong> su propia esencia. Lo primero que hizo fue preguntarse<br />

qué <strong>de</strong>bía Él hacer para que la gente supiera que Su Hijo había llegado a la Tierra.<br />

El punto no era para ser resuelto a la ligera. Pues sucedía que el Señor Dios quería<br />

que se supiera que Su Hijo había nacido, pero que sólo lo supieran aquellos escasos seres<br />

capaces <strong>de</strong> compren<strong>de</strong>r lo que ello significaba; más aún, los muy contados que podían<br />

conmoverse por el nacimiento <strong>de</strong> un niño sin tener que estar enterados <strong>de</strong> que ese niño<br />

era el Hijo <strong>de</strong> Dios. Al Señor Dios le hubiera sido fácil crear <strong>de</strong> un soplo diez docenas <strong>de</strong><br />

ángeles y enviarlos a la Tierra armados <strong>de</strong> trompetas para que fueran por todas partes<br />

pregonando que había nacido Su Hijo, que acababa <strong>de</strong> nacer en el establo <strong>de</strong> Belén y que<br />

el Señor iba a proclamarlo como su here<strong>de</strong>ro. En ese caso gran<strong>de</strong>s multitu<strong>de</strong>s habrían<br />

corrido, atropellándose y hasta dándose muerte, cada quien empeñado en llegar antes<br />

que los otros, unos cargados <strong>de</strong> oro, otros <strong>de</strong> mirra y <strong>de</strong> perfumes, o llevando rebaños<br />

<strong>de</strong> cor<strong>de</strong>ros y <strong>de</strong> vacas, pajarillos y plantas raras. Porque suce<strong>de</strong> que el género humano<br />

es así, y acostumbra rendir homenaje a los po<strong>de</strong>rosos y a sus hijos, a aquellos <strong>de</strong> quienes<br />

pue<strong>de</strong> esperar algún bien o <strong>de</strong> quienes teme un castigo. ¿Y quién es más po<strong>de</strong>roso que el<br />

Señor Dios?<br />

O pudo Él anunciarlo con anticipación, mediante un cataclismo, secando un gran río o<br />

mudando <strong>de</strong> lugar una montaña, pues que todo eso y mucho más podía hacer. Pudo incluso<br />

haberlo dicho con su gran vozarrón, gritando <strong>de</strong>s<strong>de</strong> allá arriba:<br />

—¡Hombres locos, ahora está naciendo Mi Hijo, que va a predicar en mi nombre entre<br />

uste<strong>de</strong>s!<br />

Y pueblos enteros, con sus ganados y sus esclavos, habrían salido apresuradamente hacia<br />

Belén. Po<strong>de</strong>mos imaginarnos a gran<strong>de</strong>s multitu<strong>de</strong>s trasladándose a través <strong>de</strong> los <strong>de</strong>siertos<br />

y los lugares poblados, cocinando bajo el sol, durmiendo a campo raso, enfermándose,<br />

muriendo, naciendo, <strong>de</strong>jando los pozos y los estanques sin agua y dando muerte, para alimentarse,<br />

a toda clase <strong>de</strong> animales.<br />

336

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!