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TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

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CoLECCIón PEnSaMIEnto DoMInICano | Vo l u m e n II | CuEntoS<br />

comensales, dos hombres, abandonando la reunión, se encaminaban hacia la playa y<br />

sostenían este diálogo:<br />

—tomás, ¿no has olvidado la coa, el azadón y la pala?<br />

—no, mi amo, aquí están.<br />

—Bien. ahora vamos a enterrar este tesoro no sea cosa que al atravesar el gran charco<br />

caiga en manos <strong>de</strong> los piratas que azotan estos mares.<br />

uno a uno fueron sepultados bajo tierra los diez tinajones que constituían casi toda la<br />

fortuna <strong>de</strong> la opulenta familia Álvarez.<br />

Como se ve don Manuel tenía en menos su vida que su dinero, pues al día siguiente<br />

se embarcaban con rumbo a Panamá, él, doña tomasina y la interesante y angelical teresa.<br />

El honrado Tomás quedaba en tierra como fiel custodio <strong>de</strong>l rico tesoro, hasta que tiempos<br />

mejores permitieran a don Manuel regresar al país y llevarse sus riquezas.<br />

Pero he aquí lo que sucedió:<br />

tres días llevaban <strong>de</strong> navegación, cuando el buque fue impelido por un fuerte vendaval<br />

y alejado muchas millas fuera <strong>de</strong> la costa. Poco <strong>de</strong>spués la noche tendió su lúgubre manto<br />

arreciando un terrible ventarrón, hasta que durante la noche fueron arrebatados por un<br />

torbellino que hizo per<strong>de</strong>r el rumbo al capitán. Las encrespadas olas venían a estrellarse<br />

contra la flotante embarcación haciéndola oscilar y <strong>de</strong>jando tras sí agitado surco y luminosa<br />

estela y a los costados anchurosa cinta <strong>de</strong> plata.<br />

amanece: ¡la tormenta había pasado!<br />

todo auguraba ahora un viaje feliz. Variados cambiantes <strong>de</strong> púrpura y oro coronaban<br />

el ancho horizonte. El sol, ese rey <strong>de</strong> nuestro sistema, iluminaba el espacio. Pero ¡oh <strong>de</strong>stino<br />

adverso! un marinero <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el tope <strong>de</strong>l palo <strong>de</strong> mesana, anuncia la presencia <strong>de</strong> una escuadra<br />

que a toda vela trae rumbo hacia la carabela.<br />

¡Listo a virar! fue la atronadora voz <strong>de</strong>l capitán. Mas ya era tar<strong>de</strong>; un disparo <strong>de</strong> cañón<br />

sin bala fue la señal <strong>de</strong> ¡alto! dada por el buque almirante <strong>de</strong> la escuadra. un momento<br />

<strong>de</strong>spués botes con gente armada ocuparon la cubierta <strong>de</strong> la carabela, y ésta aumentaba la<br />

escuadra <strong>de</strong>l almirante Drake.<br />

El capitán, don Manuel y doña tomasina fueron colgados <strong>de</strong> una antena y expuestos sus<br />

cadáveres durante el día a bordo <strong>de</strong> la misma carabela, hasta que por la tar<strong>de</strong> fueron cosidos<br />

separadamente, cada cual en un saco <strong>de</strong> lona, se le ataron a los pies algunos lingotes <strong>de</strong> hierro,<br />

y fueron sepultados en el vasto abismo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> leerles en inglés algunos capítulos<br />

<strong>de</strong> la Biblia.<br />

En cuanto a la bella teresa quedó cautiva; pues el feroz Drake, <strong>de</strong>slumbrado por los<br />

atractivos <strong>de</strong> aquella obra maestra <strong>de</strong>l género humano quedó prendado <strong>de</strong> su hermosura y<br />

pretendió hacerla su favorita a medida que el tiempo fuese disipando las huellas <strong>de</strong>l pasado,<br />

el recuerdo y el trágico fin <strong>de</strong> sus amantes padres.<br />

<br />

Pasaron diez años. Durante ese tiempo nadie tuvo noticia en Montecristi <strong>de</strong>l triste y<br />

<strong>de</strong>sastroso fin <strong>de</strong> la familia Álvarez Arocha. El viejo Tomás jamás había recibido una carta que<br />

le anunciase el para<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> sus amos. Siempre que arribaba algún buque al puerto, acudía<br />

presuroso en solicitud <strong>de</strong> cartas; pero ¡nada! ni noticias adquiría el fiel esclavo.<br />

El almirante Drake con aquel hecho tan insólito como bárbaro, parece eclipsó la estrella<br />

luminosa <strong>de</strong> su fortuna.<br />

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