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TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

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SÓCRATES NOLASCO | EL CUENTO EN SANTO DOMINGO – <strong>TOMO</strong> I<br />

—Trate <strong>de</strong> levantar esa rueda; tiene cogida la ropa <strong>de</strong>l hombre.<br />

Obe<strong>de</strong>cí. A mi lado hacía fuerza también el conductor <strong>de</strong>l vehículo, un negro <strong>de</strong>lgado<br />

a quien se le había perdido el color.<br />

El placa 406 dijo:<br />

—Mejor es que nosotros cuatro levantemos las dos ruedas <strong>de</strong>lanteras y que usted hale<br />

al hombre.<br />

—Está bien, –contesté.<br />

—¡Listos!<br />

—¡Listos!<br />

El chofer aprovechó para <strong>de</strong>cir:<br />

—Yo no tuve la culpa, yo no tuve la culpa…<br />

—¡Cálmese!; ¡y arriba!; ¡levantemos!<br />

Alzaron el carro y yo así al hombre y tiré <strong>de</strong> él como pu<strong>de</strong>.<br />

—Ay, caballero, gracias: estoy casi muerto, –expresó <strong>de</strong>sfalleciente.<br />

Era un hombre como <strong>de</strong> unos cuarenta años; <strong>de</strong> estatura mediana, gordo y blanco; sus<br />

facciones eran correctas, pero estaba sin afeitar. Tenía la ropa sucia.<br />

—Debe ser paciente, –le dije e iba a sentarlo, pero el placa 406 me lo impidió.<br />

—No lo tuerza, pue<strong>de</strong> tener roto el espinazo.<br />

—No; todo ha sido aquí en el pecho, –explicó.<br />

—Lo llevaremos en seguida al hospital más cercano.<br />

—Sí, pongámoslo <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l carro, hay uno poco distante.<br />

Uno <strong>de</strong> los agentes tuvo que apartar todavía a los curiosos.<br />

El placa 406, sus compañeros, el chofer y yo cargamos al hombre hasta el interior <strong>de</strong>l<br />

automóvil.<br />

—Pónganme más a la <strong>de</strong>recha…<br />

—Sí.<br />

El placa 406 preguntó:<br />

—¿Este chófer podrá guiar bien?<br />

—Pero él no tuvo la culpa; yo…<br />

Al conductor le volvió la sangre a la cara; pero el contuso no pudo seguir hablando.<br />

—Este hombre está mal; llévenselo en seguida.<br />

—Yo puedo guiar; estoy seguro.<br />

—Pues andando; váyanse; yo tengo que continuar mi servicio.<br />

—Conforme; nosotros lo llevaremos.<br />

Iba a continuar mi camino, pero el <strong>de</strong>sgraciado indicó con su voz <strong>de</strong>sfalleciente:<br />

—Venga usted también, caballero.<br />

—Si quiere, pue<strong>de</strong> subir. Venga; complázcalo.<br />

—Está bien, iré.<br />

—Conduce con tino, chofer.<br />

—Sí, agente.<br />

Nos colocamos como pudimos en el interior <strong>de</strong>l automóvil y el placa 406 se alejó a reanudar<br />

el tránsito.<br />

El carro gris fue <strong>de</strong> los primeros en ponerse en marcha; a su interior volaron ahora las<br />

miradas <strong>de</strong> los curiosos.<br />

No había vuelto a pensar en mi traje nuevo, pero el contuso dijo:<br />

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