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TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

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SÓCRATES NOLASCO | EL CUENTO EN SANTO DOMINGO – <strong>TOMO</strong> II<br />

VIRGINIA ELENA ORTEA (1866-1903)*<br />

Los diamantes <strong>de</strong> Plutón<br />

Plutón, con un humor más negro que su reino, se paseaba por las galerías <strong>de</strong> su palacio,<br />

gesticulando y hablando, aunque nadie le escuchaba. ¡Cualquiera se habría acercado a<br />

calmarle en aquellos momentos, cuando su rostro mostraba el sordo furor que rugía en su<br />

pecho!<br />

Plutón tenía mal genio <strong>de</strong> suyo, y como su reino no estaba en condiciones <strong>de</strong> alegrar a<br />

nadie, en sus días malos causaba verda<strong>de</strong>ro pavor verle, como energúmeno, retratadas en<br />

sus rudas facciones todas las durezas <strong>de</strong> su corazón.<br />

Proserpina, su cara mitad, había amanecido caprichosa, inconforme, quejándose amargamente<br />

<strong>de</strong> la lobreguez <strong>de</strong> aquel reino, por ella compartido.<br />

Y aunque el rostro <strong>de</strong>l marido habría impuesto respeto al mismo Hércules, ella, una mujercita<br />

fina y <strong>de</strong>licada como una alondra, se había encarado con él para <strong>de</strong>cirle con sobrada<br />

impertinencia cuanto a la boca llevó su rebeldía.<br />

—Por qué estoy en este sombrío palacio, oh Destino? –gemía sin importarle nada las<br />

arrugas que se multiplicaban en la frente <strong>de</strong> Plutón–. ¡Reniego mil veces <strong>de</strong> la inmortalidad<br />

aquí, que ella me con<strong>de</strong>na a la eterna contemplación <strong>de</strong> vuestros sombríos dominios!<br />

—No te quejes –replicó él con admirable calma. Eres reina, tienes una corte a tus pies.<br />

—Valiente corte la tuya –exclamó ella con sorna–. ¡Tener el Vicio, la Crueldad, la Calumnia,<br />

la Envidia a mis pies! ¡Ver <strong>de</strong> continuo los feroces rostros <strong>de</strong> los hijos <strong>de</strong>l infierno,<br />

mis cortesanos, que sólo me causan horror! ¡Oh, mejor quisiera estar en la tierra! ¿Por qué<br />

me arrebataste <strong>de</strong> ella, mi patria?<br />

—¡La tierra! –dijo Plutón con sorna también– Pero <strong>de</strong>sdichada, ¿no sabes que la tierra es<br />

un infierno, y que si allí fueras reina tendrías a tus pies una corte igual a la mía?<br />

—¡Mentira, mentira! Allí no tienen rostros tan feroces como los que aquí me ro<strong>de</strong>an.<br />

—¡Tonta! –exclamó él con <strong>de</strong>sdén. Son los mismos, pero disfrazados hábilmente y<br />

guiados por aquella, la más vil <strong>de</strong> mis hijas, la que arrojé <strong>de</strong> aquí, y allá fijó su resi<strong>de</strong>ncia:<br />

la Hipocresía.<br />

Al escuchar el cruel insulto, Proserpina puso el “grito en el cielo”, y como hasta él llegaron<br />

sus lamentos y Júpiter se enterara <strong>de</strong> la <strong>de</strong>savenencia, no queriendo Plutón <strong>de</strong>sacreditar su<br />

alar<strong>de</strong>ado temple <strong>de</strong> voluntad y su po<strong>de</strong>río y no viendo que <strong>de</strong> otro modo pudiese calmar<br />

a su mitad, empezó a ce<strong>de</strong>r y aun a tratarla con cierta dulzura <strong>de</strong>sacostumbrada.<br />

No hay para qué <strong>de</strong>cir que Proserpina, en vista <strong>de</strong>l terreno ganado, se sostuvo en la ofensiva;<br />

no tardando en <strong>de</strong>clarar que abandonaría su triste mansión para volver a la tierra.<br />

Ahora bien, Plutón no quería pensar en ello, y tales son los motivos por los cuales le<br />

hallamos tan sombrío.<br />

Parece que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> meditar <strong>de</strong>tenidamente el asunto, el rey tomó el partido <strong>de</strong><br />

convencer a la reina <strong>de</strong> que aún mucho peor que el infierno es nuestro <strong>de</strong>sdichado valle<br />

<strong>de</strong> lágrimas, y dirigiéndose a su habitación empezó una larga perorata llena <strong>de</strong> elocuencia,<br />

exponiendo por primera vez <strong>de</strong>sconocidas dotes <strong>de</strong> oratoria, explicándose con calor,<br />

presentando ejemplos, datos conmovedores; en fin, haciendo verda<strong>de</strong>ros prodigios <strong>de</strong><br />

perspicacia y tacto.<br />

*V. E. Ortea escribió cuentos, novelas y ensayó piezas <strong>de</strong> teatro.<br />

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