03.04.2013 Views

TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

EMILIo RoDRíGuEZ DEMoRIZI | CuEntoS DE PoLítICa CRIoLLa<br />

a poco rato llegó don Sisenando, el más acaudalado <strong>de</strong> los comerciantes <strong>de</strong> Puerto Plata,<br />

célebre por el <strong>de</strong>sprendimiento <strong>de</strong> haber donado tres camas para un hospital don<strong>de</strong> iban a<br />

parar centenares <strong>de</strong> clientes suyos arruinados, y me dijo:<br />

—Don alberto, la discreción antes que todo. Es preciso parecer más bien que ser. Con<br />

mi casa usted pue<strong>de</strong> hacer todo género <strong>de</strong> negocios sin temor <strong>de</strong> que el público se entere.<br />

Deme la preferencia.<br />

—Gracias, don Sisenando; pero no sería <strong>de</strong>licado que yo me <strong>de</strong>dicara al comercio siendo<br />

Interventor. así es que aplazo para más tar<strong>de</strong> la aceptación <strong>de</strong> su oferta.<br />

—Pero, don alberto, si yo no le hablo <strong>de</strong> comercio, sino <strong>de</strong> los negocitos naturales que<br />

usted pue<strong>de</strong> hacer en la Interventoría. Yo pagaría lujosamente la exclusiva.<br />

—Don Sisenando, yo consi<strong>de</strong>ro los negocitos como los hijos. no los quiero naturales. Los<br />

quiero legítimos.<br />

Don Sisenando abrió como una o la boca, enarcó las cejas y manifestó tanto asombro<br />

como si se encontrara ante el ave Fénix. En seguida se marchó.<br />

Yo pasé el resto <strong>de</strong>l día en la más amarga <strong>de</strong> las mortificaciones. Todos los amigos que venían<br />

a verme me pedían algo y, más o menos veladamente, me aconsejaban que robara. Pero eso era<br />

poca cosa en comparación al efecto que me causaron la opinión <strong>de</strong> mi madre y la <strong>de</strong> mi esposa,<br />

<strong>de</strong> los dos seres llamados en todo el mundo a aconsejar moralidad y honra<strong>de</strong>z. Ellas también,<br />

¡oh, bochorno!, me aconsejaron que metiera manos criminales en las arcas <strong>de</strong>l Estado!<br />

<br />

Pasaron meses. unas veces cobraba mi sueldo, otras no alcanzaban los ingresos para ese<br />

<strong>de</strong>talle <strong>de</strong>l presupuesto, y un día cambió la política y quedé cesante.<br />

La fila <strong>de</strong> visitantes, u otra fila <strong>de</strong> igual longitud a la <strong>de</strong>l día en que fui nombrado Interventor,<br />

se situó a la puerta <strong>de</strong> mi casa. Pero los individuos <strong>de</strong> aquella tenían o ponían cara alegre, como<br />

quien oculta un cañón tras un jardín, mientras que los <strong>de</strong> ésta traían el cañón a vanguardia. Caras<br />

hoscas, caras feroces, <strong>de</strong> cobradores sin piedad, me presentaban la cuenta y si no pagaba, como<br />

sucedía, hacían un gesto feo y algunas veces soltaban una palabra <strong>de</strong>scompuesta.<br />

Y yo no tenía la culpa. Mientras creyeron que robaba me metían los efectos hasta por<br />

los ojos, me atosigaban, me perseguían para que tomara a crédito. Como si yo fuera una<br />

muchacha bonita los ven<strong>de</strong>dores se ponían celosos por cualquiera preferencia involuntaria<br />

que concediera a uno <strong>de</strong> ellos.<br />

—ah! usted le tomó a tontico una docena <strong>de</strong> corbatas. a mí tiene que tomarme una<br />

docena <strong>de</strong> camisas <strong>de</strong> crea, que son excelentes. Voy a mandarlas a casa <strong>de</strong> usted.<br />

Y ahora no había consi<strong>de</strong>ración, no había piedad. Pícaro, estafador, maula <strong>de</strong>cían <strong>de</strong> mí<br />

todos aquellos a quienes no había aceptado ni el diez por ciento <strong>de</strong> lo que me rogaron que<br />

llevara.<br />

¡Sea todo por Dios!<br />

Mi mujer, que ha tenido la amorosa <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za <strong>de</strong> no hacerme reconvenciones <strong>de</strong>spués<br />

que he palpado la inmoralidad social, a la cual provoqué y <strong>de</strong>safié con la protesta muda <strong>de</strong><br />

mi honra<strong>de</strong>z, no ha podido contenerse hoy, y me dice:<br />

—Mira, las Fulánez, las Mengánez, las Perencejo y las Sutanejo que vivían metidas aquí,<br />

que me cargaban los muchachos y les celebraban tanto las impertinencias, no me han pagado<br />

la última visita y viven ahora metidas en casa <strong>de</strong>l último Interventor. Yo que llegué a creer<br />

que Conchita estaba enamorada <strong>de</strong> ti…<br />

419

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!