03.04.2013 Views

TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n II | CUENTOS<br />

Rumbo al puerto <strong>de</strong> origen<br />

Habiendo hecho sus cálculos con toda corrección, Juan <strong>de</strong> la Paz llegó a la altura <strong>de</strong><br />

Punta <strong>de</strong>l Este a las seis <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>, minutos más, minutos menos. El mar había sido un<br />

plato y probablemente seguiría siéndolo toda la noche. Así se explica que a Juan <strong>de</strong> la Paz<br />

le resultara fácil ver, a la pálida y agobiante luz <strong>de</strong> la hora, el aleteo <strong>de</strong> la paloma sobre el<br />

agua. Con la acostumbrada rapi<strong>de</strong>z <strong>de</strong> toda su vida el solitario navegante pensó que estaría<br />

herida y que sería un buen regalo para Emilia; y sin <strong>de</strong>morar un segundo maniobró para<br />

acercarse al ave, favorecido por una suave pero sostenida brisa que soplaba <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el este.<br />

Gentilmente, la balandra viró y en<strong>de</strong>rezó hacia la paloma.<br />

Con efecto, la paloma <strong>de</strong>bió haber recibido un golpe en el ala izquierda, pues sobre ese<br />

lado se <strong>de</strong>batía sin cesar moviendo con loco impulso la <strong>de</strong>recha y levantando la pequeña<br />

cabeza. El terror <strong>de</strong> aquel animal <strong>de</strong> tierra y aire abandonado a su suerte en el mar era <strong>de</strong> tal<br />

naturaleza que cuando advirtió la proximidad <strong>de</strong> la balandra pretendió saltar para alejarse.<br />

Pero Juan <strong>de</strong> la Paz no se preocupó. Había dispuesto llevarle ese regalo a Emilia y ya nada<br />

podía evitar que lo hiciera. En su imaginación veía a la niña echándole los brazos al cuello<br />

en prenda <strong>de</strong> gratitud, y tal vez dándole un beso. Así, visto que el ave lograba avanzar unos<br />

pasos hacia estribor, Juan <strong>de</strong> la Paz maniobró para girar en redondo y situarse <strong>de</strong> manera<br />

que él quedara a babor. La maniobra salió limpia, pero su resultado no pudo ser peor. Pues<br />

ocurrió que impulsada por la sostenida brisa <strong>de</strong>l este la balandra se alejó unos palmos <strong>de</strong> la<br />

paloma precisamente en el momento en que Juan <strong>de</strong> la Paz abandonaba vela y timón para<br />

inclinarse sobre el agua en pos <strong>de</strong>l ave; el movimiento <strong>de</strong> la balandra le llevó a sacar todo el<br />

cuerpo fuera <strong>de</strong>l casco, en absoluto ajeno a la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que, aprovechada en toda su extensión<br />

por la brisa, la vela resultaría batida con inesperada fuerza. Eso pasó, y Juan <strong>de</strong> la Paz se vio<br />

súbitamente lanzado al agua.<br />

A Juan <strong>de</strong> la Paz le habían sucedido muchos y graves contratiempos; y en la costa <strong>de</strong>l<br />

Golfo y en la Isla <strong>de</strong> Pinos todo el mundo sabía que había estado veinte años en presidio.<br />

Pero jamás pensó él que en un atar<strong>de</strong>cer tan plácido, estando solo a bordo, le ocurriría caer<br />

al mar a causa <strong>de</strong> estar persiguiendo una paloma, animal que nada tenía <strong>de</strong> marino. Aunque<br />

estaba hecho a pensar con la rapi<strong>de</strong>z <strong>de</strong>l rayo quedó aturdido durante algunos segundos;<br />

eso sí, clavó mano en el ave, si bien lo hizo maquinalmente; y fue <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tenerla sujeta<br />

cuando volvió atrás los pequeños y pardos ojos. En esos instantes se <strong>de</strong>mudó, incapaz <strong>de</strong><br />

compren<strong>de</strong>r lo que estaba sucediendo. Pues moviéndose a velocidad asombrosa, la balandra<br />

se alejaba al favor <strong>de</strong> la brisa, rumbo noroeste franco, firme y gallarda como si la tripulara<br />

el diablo.<br />

Un segundo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber visto tal cosa Juan <strong>de</strong> la Paz comprendió que no podría<br />

alcanzar su embarcación y que él y la paloma estaban solos en medio <strong>de</strong>l mar, al iniciarse la<br />

noche, seis horas alejados <strong>de</strong> la tierra más cercana. El cambio <strong>de</strong> luces <strong>de</strong>l atar<strong>de</strong>cer daba al<br />

momento una ominosa solemnidad <strong>de</strong> cementerio. En relampagueante fracción <strong>de</strong> tiempo<br />

el hombre sintió la muerte triturándole el alma y un tumulto <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as le asaltó <strong>de</strong> improviso.<br />

Podía tratar <strong>de</strong> nadar hacia Isla <strong>de</strong> Pinos, en pos <strong>de</strong> Punta <strong>de</strong>l Este; pero entonces se<br />

alejaría más <strong>de</strong> la balandra, y ésta era su único haber en el mundo. Podía dirigirse hacia la<br />

cayería, sin embargo eso significaba exponerse a los tiburones, acaso a los caimanes, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

luego llegar a las corrientes <strong>de</strong> los canales completamente agotado. Cuando pensó tomar<br />

una <strong>de</strong>cisión se acordó <strong>de</strong> la paloma; entonces vio, con verda<strong>de</strong>ra indiferencia, que la había<br />

288

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!