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TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

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CoLECCIón PEnSaMIEnto DoMInICano | Vo l u m e n II | CuEntoS<br />

y todos viven <strong>de</strong> la vida común y todos participan <strong>de</strong> los recursos, las alegrías y las penas<br />

<strong>de</strong> cada uno. La crónica judicial no pasa sin embargo, <strong>de</strong> cinco renglones anuales.<br />

El arte vejeta, la instrucción agoniza, el trabajo langui<strong>de</strong>ce y la ciencia no osa cabalgar<br />

por aquellos <strong>de</strong>sfila<strong>de</strong>ros para llegar hasta allí; pero se mantiene, por fortuna, <strong>de</strong> pie el alma<br />

inteligente, inmaculada, bienhechora y pundonorosa <strong>de</strong> aquella tierra virgen, menesterosa<br />

y merecedora <strong>de</strong> cultivo.<br />

Su cultura actual es embrionaria, pero perfectible; sus formas sociales son primitivas,<br />

pero saturadas por el espíritu <strong>de</strong> creencia y virtu<strong>de</strong>s tradicionales a cuya práctica vive religiosamente<br />

apegada aquella noble gente, a tal punto que nadie osa burlar ni <strong>de</strong>primir esas<br />

cosas impunemente.<br />

Los que, abusando <strong>de</strong> propia autoridad, se inician allí con algún <strong>de</strong>safuero se recogen<br />

pasmados al ver cómo rechaza la piedra <strong>de</strong>l escándalo ante la conciencia compacta <strong>de</strong> aquella<br />

sociedad buena y sana. Y los que, confiando en la prontitud <strong>de</strong> su regreso, se mofan <strong>de</strong> la<br />

vida <strong>de</strong> aquel pueblo, no muy tar<strong>de</strong> vuelven a él, pidiendo a esa vida la <strong>de</strong> ellos…<br />

no será extraño que don<strong>de</strong>, por un <strong>de</strong>scuido imperdonable <strong>de</strong> la cultura nacional, resi<strong>de</strong><br />

ahora la ignorancia, se refugien más tar<strong>de</strong> nuestros mejores establecimientos <strong>de</strong> enseñanza<br />

y por consiguiente, nuestros mejores centros <strong>de</strong> cultura, una vez reconocidas las ventajas<br />

que a ellos ofrece Las Matas…<br />

“País, paisaje y paisanaje” todo es bello y admirable en la Sierra.<br />

Hija <strong>de</strong> los conquistadores, su población ostenta, sin orgullos, la figura, hábitos y creencias<br />

<strong>de</strong> los antiguos españoles junto a la inocencia <strong>de</strong> nuestros aborígenes.<br />

Para los primeros europeos que se establecieron en la Sierra, la naturaleza <strong>de</strong>bió tener<br />

irresistibles atractivos.<br />

¡País rico, paisaje espléndido!<br />

El suelo que produce espontánea y profusamente un fruto alimenticio que, maduro<br />

o ver<strong>de</strong>, cocido o crudo, se come <strong>de</strong> cien maneras distintas y don<strong>de</strong> las aves nos hablan y<br />

cantan con la voz humana por entre las ramas <strong>de</strong> los árboles, es tierra <strong>de</strong> promisión. ¡oh!<br />

¡la tierra <strong>de</strong>l banano y la cotorra!<br />

Y en efecto, cazar y pescar sin restricción ni tasa en selvas y ríos vírgenes la comida<br />

fácil, gozarla con bananos y luego solazarse en dulce siesta con las imitativas armonías <strong>de</strong><br />

un pájaro hablador… esa vida tiene ciertamente sus encantos…<br />

Y la Sierra es el país <strong>de</strong> la muelle vida y las cotorras parleras.<br />

antiguamente no había hogar sin cotorra, ni cotorra que no supiera hablar, cantar y<br />

bailar como sus amos y vecinos.<br />

Cuentan que un tal Magino, <strong>de</strong> escasísima labor, quien no tenía más compañía que la<br />

<strong>de</strong> una cotorra a la cual consagraba casi todo su tiempo, por cuya razón el referido pájaro<br />

llegó a ser el más notable <strong>de</strong> los <strong>de</strong> su raza, tiempo y lugar.<br />

La fama <strong>de</strong> la cotorra se extendió por Sierra y Valle, y, por supuesto, el nombre <strong>de</strong> su<br />

dueño; y cuantas personas iban a la Sierra no salían <strong>de</strong> allí sin conocer a Magino, para que<br />

este les permitiese admirar las habilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> su cotorra y recibiese luego las <strong>de</strong>mostraciones<br />

<strong>de</strong> gratitud y simpatías <strong>de</strong> sus visitadores.<br />

La cotorra había hecho gran<strong>de</strong> a Magino.<br />

Eso no es extraño: según Víctor Hugo, la Córcega, una pequeña cosa, hizo muy gran<strong>de</strong><br />

a la Francia Imperial. Y veremos con frecuencia, lo cual es más sorpren<strong>de</strong>nte, que las reputaciones<br />

<strong>de</strong> cualquier género proce<strong>de</strong>n a veces <strong>de</strong>l dicho <strong>de</strong> personas sin ningún género<br />

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