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TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

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CoLECCIón PEnSaMIEnto DoMInICano | Vo l u m e n II | CuEntoS<br />

Presi<strong>de</strong>nte Cáceres para compensar la diaria seriedad <strong>de</strong> los asuntos administrativos. otra<br />

cualidad, menos estimada, acaso, que las anteriores, distinguíale, y era, precisamente, la <strong>de</strong><br />

hombre observador, <strong>de</strong> la que se ufanaba el mismo Gallito, según su propio testimonio, al<br />

<strong>de</strong>cir que tenía “buen olfato” para la política a causa <strong>de</strong> lo cual complacíale al Presi<strong>de</strong>nte<br />

consultarlo, acerca <strong>de</strong> hombres y sucesos, antes <strong>de</strong> formarse opiniones sobre muchas cosas<br />

juzgadas a través <strong>de</strong> la filosofía práctica y vulgar <strong>de</strong> aquel hombre, producto crudo <strong>de</strong> su<br />

medio, con más malicia que años y más seso que prosodia.<br />

tales motivos hacían necesaria la presencia <strong>de</strong> Gollito Polanco en la reunión política<br />

promovida por el Presi<strong>de</strong>nte Cáceres en su cómoda posesión <strong>de</strong> Estancia nueva. La bella<br />

finca, fronteriza <strong>de</strong>l camino real y la vía férrea, se animaba <strong>de</strong> cabalgaduras provistas <strong>de</strong><br />

elegantes guarniciones. Parecía una exhibición <strong>de</strong> finas bestias y arreos proporcionados a<br />

la clase <strong>de</strong> animales según la importancia <strong>de</strong> sus dueños.<br />

La botonadura dorada con las armas <strong>de</strong> la República en relieve, a lo largo <strong>de</strong> la americana<br />

<strong>de</strong> fino paño azul, con que vestían algunos <strong>de</strong> aquellos hombres hechos a los rigores<br />

<strong>de</strong> su dura carrera, daba que hacer al sol, y otro tanto podía <strong>de</strong>cirse <strong>de</strong> la plata, abundante<br />

en rendajes y espuelas brilladoras<br />

El fin <strong>de</strong> la reunión no era otro que promover una reacción saludable contra el rancio<br />

sistema según el cual se tenía por acto <strong>de</strong> infi<strong>de</strong>lidad al caudillo y a la agrupación a que se<br />

pertenecía, la aceptación <strong>de</strong> favores, especialmente <strong>de</strong> empleos, al partido contrario que se<br />

hallara en el po<strong>de</strong>r.<br />

Los partidos gobernaban solos sin la menor intervención <strong>de</strong> sus contrarios, al menos en<br />

lo administrativo, norma mantenida como ética política hasta que el Gral. Cáceres tuvo por<br />

necesario substituir aquella i<strong>de</strong>ología, estrecha y egoísta, por otra que, al permitir la cooperación<br />

<strong>de</strong> otros partidos en las activida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l gobierno, humanizara la política quitándole<br />

el sello tradicional que conservó durante largo tiempo.<br />

La práctica <strong>de</strong> este nuevo sistema exigía, naturalmente, sacrificios. Para utilizar en el <strong>de</strong>sempeño<br />

<strong>de</strong> cargos públicos a miembros <strong>de</strong>l partido contrario, había que <strong>de</strong>jar sin empleos a<br />

varios “amigos <strong>de</strong> la situación”, lo que fue, para la mayor parte <strong>de</strong> ellos, causa <strong>de</strong> disgustos, al<br />

extremo <strong>de</strong> que algunos se dieran, por lo bajo, a censurar a su jefe por esta liberalidad que<br />

tenían por transacción. Ya en reuniones privadas venía hablándose <strong>de</strong> este socorrido tema.<br />

En una pulpería rural frecuentada por lí<strong>de</strong>res locales amigos <strong>de</strong>l Gobierno, apelóse al linaje<br />

<strong>de</strong> autoridad que suelen dar las cicatrices. “Esta pierna, <strong>de</strong>cía uno –me la pasaron, fiel a mi<br />

partido, en la toma <strong>de</strong> La Vega”. “Esta costilla rota, –argüía otro– se la <strong>de</strong>bo a alguno <strong>de</strong> los<br />

que preten<strong>de</strong>n beneficiarse a costa <strong>de</strong> un po<strong>de</strong>r que no les pertenece”. Y una nueva intransigencia<br />

se apoyaba en el conocido proverbio: “De fuera vendrán que <strong>de</strong> casa nos echarán”.<br />

Gollito fue a la reunión <strong>de</strong> Estancia nueva con esta dolorosa impresión. ocupó su asiento<br />

sin <strong>de</strong>cir palabra, esperando la oportunidad <strong>de</strong> revelar su parecer al mismo jefe, a quien<br />

tuteaba y nombraba por su apodo.<br />

Explicó el Presi<strong>de</strong>nte Cáceres el sentido <strong>de</strong> la cooperación que recibía <strong>de</strong> los bolos en<br />

el Gobierno y la causa <strong>de</strong> no po<strong>de</strong>r emplear a todos sus amigos políticos; pero la tesis presi<strong>de</strong>ncial<br />

no cayó muy bien en el ambiente, aunque nadie protestaba, salvo un aguerrido<br />

general <strong>de</strong> Santiago, que roncaba a media voz: “¡Mire uté el diablo!” amén <strong>de</strong> otro que en<br />

buen lenguaje <strong>de</strong> gallero profería: “Mala pluma, mala pluma”.<br />

Con firme entonación acentuó el Gral. Cáceres la necesidad <strong>de</strong> la paz, empeñado en hacer<br />

ver a todos que sin paz no podía haber trabajo ni progreso en el país. Perseguía el Presi<strong>de</strong>nte<br />

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