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TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n II | CUENTOS<br />

Cándido Espuela venía armado hasta los dientes. Traía un sable <strong>de</strong> espejitos, un revólver<br />

nuvesiningo, cacha <strong>de</strong> nácar, con dos correas llenas <strong>de</strong> cápsulas preciosas. Un puñal pata e<br />

venao y un brogocito sobre las ingles. En el sombrero, con el ala levantada alante a lo mambí<br />

cubano, que le <strong>de</strong>jaba al <strong>de</strong>scubierto la cara blanca, pero fuertemente tostada por el sol, un<br />

lazo grandísimo <strong>de</strong> can<strong>de</strong>lón. En bandolera, la porturola, la cartuchera <strong>de</strong> búfalo, hecha en<br />

Santiago, y nuevecita también.<br />

—La bendición, tío Cachito.<br />

—Dios <strong>de</strong> bendiga, sobrino, y te haga un santo.<br />

—Desmóntese, tío; pa que tome café y se <strong>de</strong>sayune.<br />

—Hombre sí, sobrino, te voy a complacei, poique eta milicia endiablá, me tiene, que a<br />

eta hora que tú ve, no me he echao ni un trago <strong>de</strong> jengibre en el buche.<br />

El malicioso, práctico y mentiroso Cándido Espuela, echó pie a tierra con dificultad, entorpecido<br />

por las armas superabundantemente innecesarias, y poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> los abrazos,<br />

bendiciones y saludos, a familiares y extraños, tío y sobrino, con empalagosa amabilidad<br />

foránea, se sentaron a la mesa cibaeña, siempre oportuna, suculenta, nitrogenada, esa mesa<br />

digna <strong>de</strong> la caverna prehistórica, recargada <strong>de</strong> viandas humeantes, <strong>de</strong> huevos fritos con los<br />

cebollines y la clara achicharrada, <strong>de</strong> carne y longanizas fritas sin estáticas, sin burruqueos<br />

inciviles.<br />

Ya en el café, en el pala<strong>de</strong>o <strong>de</strong> ese aromático y sabroso café <strong>de</strong> La Vega, en el preciso<br />

momento filosófico en que Espuela encendía un cigarro, el sobrino, que lo quería y que ya<br />

tenía su trompo embollado, le rastrilló a boca <strong>de</strong> jarro:<br />

—Tío, perdóneme la pregunta, ¿pero para dón<strong>de</strong> va uté con esa tropita?…<br />

—Para dón<strong>de</strong> voy a dir, muchacho, parriba, pai sitio <strong>de</strong> la Capitai.<br />

—Dispénseme, tío Cachito, pero dígame, ¿cuándo e que usté va a entrai en juicio?… Uté<br />

no sabe que la cosa pallá arriba está que ar<strong>de</strong>. A Eliseo y otro General colúo le han rompío<br />

la caja <strong>de</strong>i pecho <strong>de</strong> un cañonazo. Si a usté lo malogran en una <strong>de</strong> esas sabanas grandísimas,<br />

se lo comen los perros, ahí no entierran a nadie. Si uté se muere pacá, le llenan la sepultura<br />

<strong>de</strong> clavellina y estefanotas, toitico el mundo lo llora, le hacen un rincón bien gritao, y una<br />

misa con música. Cómo se le ocurre, cojei ahora parriba, licencie esa tropita en llegando a<br />

Pontón, y vuéivase, que usté es un hombre muy querío, útil, necesario, indispensable, sin<br />

uté su pueblo no es pueblo, qué<strong>de</strong>se poi Dió, no vaya a paite.<br />

Espuela, con la barba sobre el pecho, afectadamente enternecido y agra<strong>de</strong>cido por las<br />

cándidas reflexiones <strong>de</strong>l sobrino, le contestó:<br />

—Tropita no, sobrino, tropa y <strong>de</strong> la buenaza, <strong>de</strong> la caliente, <strong>de</strong> esas que <strong>de</strong>jan el sitio pelaito<br />

largando plomo. Pero, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> to, no te preocupe, que yo nunca me a<strong>de</strong>ntro mucho en la<br />

chispa, yo peleo siempre <strong>de</strong>trá <strong>de</strong>l jumo, que digamos, –y echándose la porturola, la cartuchera<br />

<strong>de</strong> búfalo, sobre el ombligo– ve, –le dijo, y fue sacando y poniendo sobre la mesa:<br />

Un pedacito <strong>de</strong> corcho, un cabo <strong>de</strong> vela <strong>de</strong> cera, tres cajas <strong>de</strong> fósforo, dos juegos <strong>de</strong><br />

barajas españolas viboreá, dos dados cargados en tres suertes en la carrera, y una panela <strong>de</strong><br />

dulce <strong>de</strong> leche.<br />

Sobrino, yo no he matao ni pienso matai a nai<strong>de</strong>. Y hurgando <strong>de</strong> nuevo hasta el fondo<br />

<strong>de</strong> la porturola <strong>de</strong> búfalo, sacó y le mostró al sobrino algunas cápsulas, haciéndole notar sus<br />

condiciones inofensivas.<br />

—Ve, sobrino, son <strong>de</strong> güebo e chivo y mi carabina es un brogocito; y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> relojear los<br />

contornos <strong>de</strong> la pulpería, por si había moros en la corte, le dijo casi en el estribo <strong>de</strong>l oído:<br />

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