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TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n II | CUENTOS<br />

RAFAEL DAMIRÓN (1882-1956)*<br />

Modus vivendi<br />

Ca uno es como ca uno, dice uno <strong>de</strong> los tres Baturros <strong>de</strong> la comedia argentina así intitulada.<br />

De modo que cuando los insidiosos vecinos <strong>de</strong> doña Nico no se explicaban cómo siendo<br />

tan pobre, primero <strong>de</strong>jara <strong>de</strong> comer que <strong>de</strong> comprar el diario que circulaba a las siete <strong>de</strong> la<br />

mañana, ella murmuraba entre dientes:<br />

—Tan entremetidos y tan groseros…<br />

Doña Nico tenía por verda<strong>de</strong>ro nombre el <strong>de</strong> Nicolasa, pero <strong>de</strong> niña, las hermanitas <strong>de</strong>l<br />

Hospicio Santa Clara le <strong>de</strong>cían Nico, apodo que ella aceptaba como testimonio <strong>de</strong> afecto y<br />

simpatía.<br />

Doña Nico pasaba muy pocos días <strong>de</strong>l mes en el seno <strong>de</strong> la pequeña casita que representaba<br />

su único haber en el mundo, y era ya muy notorio, que cuando faltaba en su casa,<br />

algún enfermo adinerado se encontraba en estado <strong>de</strong> gravedad.<br />

Y no andaban errados sus vecinos al suponer que doña Nico leía con tanta puntualidad<br />

el diario <strong>de</strong> la ciudad porque algo había en él que la interesaba.<br />

¿Qué cosa?<br />

¿Quizá la que luego la hacía ausentarse por semanas enteras <strong>de</strong> su casa?<br />

¿Quizá algún enfermo grave, naturalmente, miembro <strong>de</strong> una familia bien?<br />

Cuando doña Nico mandaba su precioso Niño Jesús <strong>de</strong> visita a casa <strong>de</strong> sus ricas creyentes,<br />

era cosa sabida, sin temor <strong>de</strong> caer en error, que la gente acomodada <strong>de</strong> la urbe gozaba <strong>de</strong> la más<br />

perfecta salud, y ya entonces, era seguro, que el divino mensajero <strong>de</strong> la cristiandad traería en las<br />

manos el <strong>de</strong>votísimo tributo que haría sonreír la cara alborozada <strong>de</strong> su fanática preceptora.<br />

Doña Nico, pues, se sabía al <strong>de</strong>dillo el pa<strong>de</strong>cimiento <strong>de</strong> cada uno <strong>de</strong> los ricos <strong>de</strong> la ciudad,<br />

y sabía, más que los mismos médicos igualados <strong>de</strong> las casas, el nombre <strong>de</strong> las inyecciones<br />

que servían para atenuar la neurosis <strong>de</strong> los viejos, y las que eran infalibles para aplacar el<br />

histerismo <strong>de</strong> las doncellas cuarentonas.<br />

Doña Nico hacía ya dos semanas que no regresaba a su casa, es <strong>de</strong>cir, según aseguraban<br />

sus vecinos, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que cayó en cama don Ramón.<br />

Sin embargo, cierta inquietud mantenía en expectativa a esos mismos vecinos, porque,<br />

por <strong>de</strong>sgracia, una fuerte epi<strong>de</strong>mia <strong>de</strong> gripe azotaba la ciudad, resultando más alarmante,<br />

precisamente, entre la gente pudiente, ya porque sabían pagar mejor sus solicitu<strong>de</strong>s, ya<br />

porque los médicos, en estos casos, suelen ver mayores peligros en quienes mejor pue<strong>de</strong>n<br />

retribuir sus servicios profesionales.<br />

Pero es lo cierto que el vecindario se preguntaba:<br />

—¿Dón<strong>de</strong> está doña Nico?<br />

Las telarañas cubrían ya totalmente la cerradura <strong>de</strong> la puerta <strong>de</strong> su casa.<br />

—¿Dón<strong>de</strong> estará doña Nico? –murmuraban, y con esto, que ahí viene ella, más gorda y<br />

más afanosa que antes, con un maletín en la mano que parecía repleto, más que <strong>de</strong> buenos<br />

consejos, <strong>de</strong> filosóficas provi<strong>de</strong>ncias.<br />

*Rafael Damirón. Periodista y poeta. Autor <strong>de</strong> las novelas: Del Cesarismo –1911–, El monólogo <strong>de</strong> la locura –1914–,<br />

¡Ay <strong>de</strong> los vencidos! –1925–, La Cacica –1944–. Obras <strong>de</strong> teatro: Alma Criolla –1916–, Como cae la balanza, Mientras los otros<br />

ríen, La trova <strong>de</strong>l recuerdo, Los yanquis en Santo Domingo, Una fiesta en El Castine, Sátiras teatrales. Cuadros <strong>de</strong> costumbres:<br />

La Sombra <strong>de</strong> Concho –1921–, Estampas –1938–, Pimentones (recopilación <strong>de</strong> artículos) –1940–, Revolución (cuadros <strong>de</strong><br />

política) –1940–. Poesías dispersas en periódicos.<br />

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