03.04.2013 Views

TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

SÓCRATES NOLASCO | EL CUENTO EN SANTO DOMINGO – <strong>TOMO</strong> II<br />

—En el último sitio, en el <strong>de</strong> la Unión, yo me gané mil pesos. Déjame jacei, que yo no<br />

<strong>de</strong>ntro en eta cosas sino poi negocio na má, yo no creo en nada ni en nai<strong>de</strong>…<br />

Y le echó la pierna a Cañonga, que piafaba en la enramada, loca por tragar tierra caliente,<br />

tierra <strong>de</strong> guerra…<br />

CUENTO DE CAMINO<br />

Por qué el negro tiene la piel así*<br />

A la sombra <strong>de</strong> caoba corpulenta reposan Jesucristo y San Pedro, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> andar por<br />

el mundo mejorando la suerte <strong>de</strong> los mortales. El mal se alejaba momentáneamente <strong>de</strong> la<br />

tierra, y el divino Jesús quiso, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> todo el bien realizado, otorgarle un don a cada<br />

ejemplar <strong>de</strong> las razas humanas.<br />

Entonces fue cuando San Pedro hizo comparecer al indio, al blanco, al negro, al amarillo y al<br />

mulato. Trató <strong>de</strong> colocar al negro en lugar <strong>de</strong> preferencia, compa<strong>de</strong>cido <strong>de</strong> haberlo visto trabajar<br />

<strong>de</strong> seis a seis, tostado por el sol y en ocasiones bajo torrenciales aguaceros. Y su mirada, a la que<br />

nada se escon<strong>de</strong>, notó que el negro se <strong>de</strong>slizaba, se evadía colocándose en la retaguardia.<br />

—Jesús –habló San Pedro– está satisfecho <strong>de</strong>l regular comportamiento <strong>de</strong> uste<strong>de</strong>s y, compa<strong>de</strong>cido<br />

por los viejos pa<strong>de</strong>cimientos <strong>de</strong> todos, quiere otorgarle un don a cada uno. Pí<strong>de</strong>le tú<br />

lo que más <strong>de</strong>seas, –le or<strong>de</strong>nó al blanco.<br />

—Señor –suplicó el aludido arrodillándose ante el Re<strong>de</strong>ntor <strong>de</strong>l mundo– dame una chispa<br />

<strong>de</strong> tu sabiduría. Tengo fe y con tu ayuda sabré <strong>de</strong>scubrir medios para aliviar y mejorar la suerte<br />

<strong>de</strong> mis semejantes.<br />

—Otorgada te es: estudia y sabrás… –le dijo el Señor.<br />

—Pí<strong>de</strong>le ahora tú, –le or<strong>de</strong>nó San Pedro al amarillo.<br />

—Señor, que una chispa <strong>de</strong> tu lumbre resplan<strong>de</strong>zca en la hoja <strong>de</strong> mi espada: quiero ser un<br />

conquistador.<br />

Por la memoria <strong>de</strong>l llavero eterno pasaron sombras diversas, chorreando sangre… y las<br />

pupilas se le nublaron.<br />

—Otorgada te es, y conquistarás mientras seas clemente; –díjole Dios.<br />

—Pí<strong>de</strong>le tú, –le or<strong>de</strong>nó San Pedro al indio sin volver a mirar al amarillo.<br />

—Quiero una brasa <strong>de</strong> tu luz, Señor, para encen<strong>de</strong>r el tabaco <strong>de</strong> mi cachimbo, y fumar, y<br />

soñar… –suspiró éste.<br />

—Otorgada te es: tómala, fuma y… sueña; –le dijo Jesucristo envolviéndole las i<strong>de</strong>as en la<br />

humareda en que se convertía el tabaco <strong>de</strong> su cachimbo.<br />

—Pí<strong>de</strong>le tú, –le or<strong>de</strong>nó San Pedro al mulato mirándole hasta el fondo <strong>de</strong> la conciencia y sin<br />

pizca <strong>de</strong> simpatía.<br />

—Dame, buen Dios, la chispita necesaria para mantener encendido el fuego <strong>de</strong> mis apetitos:<br />

quiero gozar… ¡Gozar y gozar y no per<strong>de</strong>r el gusto!<br />

—Otorgada te es, –suspiró Jesús–. Peca y… arrepentido, reza.<br />

Y el negro, receloso, no se acercaba. Un viento manso venía <strong>de</strong> más allá <strong>de</strong>l mar, voló sobre<br />

la llanura y, feliz, acarició durante un rato las sedosas y abundantes barbas <strong>de</strong>l llavero eterno,<br />

quien, dulcificando aún más la voz, or<strong>de</strong>nó con simpatía:<br />

*Este cuento <strong>de</strong> camino, o folklórico, le fue dictado en Enriquillo a Sócrates Nolasco por el señor Numa Pompilio<br />

Sánchez, ahora ciego, <strong>de</strong> setenta años <strong>de</strong> edad, quien fue Juez Alcal<strong>de</strong> durante varios años.<br />

189

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!