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TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

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El Cura, que cerca <strong>de</strong>l preso le suplicaba a los custodios, que le aflojasen la soga con la<br />

que le tenían atrincados los brazos, al oir esta or<strong>de</strong>n siniestra y fulminante, en un impulso,<br />

mezcla <strong>de</strong> misericordia cristiana y <strong>de</strong> instinto <strong>de</strong> conservación, allegóse hasta la fiera ejecutiva<br />

y casi <strong>de</strong> rodillas, asido a la estribera y a la crin <strong>de</strong> la mula, suplicóle:<br />

—Perdónelo, general. ¿usted no ve que es casi un muerto?<br />

—Quítese <strong>de</strong> alante, Padrecito, que es <strong>de</strong> la pinta y no lo salva ni el mesmo Papa… Y<br />

avanzando la aguar<strong>de</strong>ntosa barriga sobre los furoles acharolados <strong>de</strong> la silla, clavó a Recumina<br />

y la arrendó por los lados <strong>de</strong> la Comandancia <strong>de</strong> armas.<br />

…Sonó una <strong>de</strong>scarga, luego un grito <strong>de</strong>sgarrador. al resplandor <strong>de</strong> las fogatas que la<br />

tropa había hecho para los gervíos, se veían los surtidores <strong>de</strong> sangre que el plomo fratricida<br />

había hecho en el pecho huesudo <strong>de</strong>l heroico, <strong>de</strong>l terco y <strong>de</strong>smendrado Tribilín el Búcaro,<br />

atrincado como un jús, en uno <strong>de</strong> los postes que sostenían el <strong>de</strong>startalado campanario <strong>de</strong> la<br />

Iglesia <strong>de</strong> San José <strong>de</strong> Los Llanos.<br />

En la Casa-Escuela, Cuartel General <strong>de</strong>l Delegado <strong>de</strong>l Po<strong>de</strong>r Ejecutivo, en campaña, junto a la<br />

misma hamaca don<strong>de</strong> roncaba estruendosamente, el Verraco, borracho y hediondo como un<br />

perro sarnoso, sobre una frisa salpicada <strong>de</strong> sangre y <strong>de</strong> lodo, que servía <strong>de</strong> tapete ver<strong>de</strong>, en<br />

cuclillas unos, echados boca abajo otros, en lamentable y repugnante promiscuidad, jugaban<br />

al dao corrío, el coronel Cachaenaca, el maestro, un normalista, un discípulo <strong>de</strong>l señor Hostos,<br />

el comandante <strong>de</strong> Armas, el alcal<strong>de</strong>, el sacristán y algunos oficiales y soldados.<br />

En el silencio trágico <strong>de</strong> la noche, <strong>de</strong> una oscuridad espesa, se oía una vocecita andrógina,<br />

la <strong>de</strong>l coronel Cachaenaca, que <strong>de</strong>cía:<br />

—Paro.<br />

—Pinto. Topo. Boyobán en una y media.<br />

Y en las afueras <strong>de</strong>l pueblo, las <strong>de</strong> los centinelas que gritaban espantados y nerviosos:<br />

—¡te veo!…<br />

—¿Quién vive?<br />

—¡Del puesto!<br />

—¡a tu puesto!…<br />

Carvajal<br />

CoLECCIón PEnSaMIEnto DoMInICano | Vo l u m e n II | CuEntoS<br />

Quién no conoció en la Capital a aquel carretero laborioso, honradísimo y pacífico, la<br />

máxima confianza <strong>de</strong>l comercio al por mayor y al <strong>de</strong>talle. Quién no lo vio domingo, <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> medio día, con su pantalón blanco muy aplanchado, su camisa <strong>de</strong> fuerte azul, limpísima,<br />

su cuchillo cinco clavos, sobre el ombligo, y la siniestra apoyada en la cacha picada, ya<br />

completamente jalao, con la cabeza baja, parado en la esquina <strong>de</strong> Madan Ciné, en la esquina<br />

<strong>de</strong> Musié Felipó, en la esquina <strong>de</strong> “El Gallo” o en la <strong>de</strong> “Samuel Curiel”, en este <strong>de</strong>licioso<br />

soliloquio, preguntándose y contestándose:<br />

—¿Dón<strong>de</strong> nació napoleón?<br />

—¡En neiba!…<br />

—¿Y los doce pares <strong>de</strong> Francia, qué eran?<br />

—Doce tigres <strong>de</strong>l Cambronal, como yo! –Y se golpeaba el pecho fuertemente.<br />

Queremos <strong>de</strong>jar sentado con este introito, que el valor <strong>de</strong> nuestro héroe no podía ponerse<br />

en tela <strong>de</strong> juicio ni mucho menos discutirlo. Carvajal, como el valiente y honrado carretero,<br />

había nacido en el Cambronal, junto a la guarida <strong>de</strong>l trágico Pablo Mamá.<br />

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