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TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

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IntRoDuCCIón a La SEGunDa SECCIón | DI ó g e n e s Cé s p e D e s<br />

<strong>de</strong>l prologuista habla <strong>de</strong> su inteligencia para percibir que no es el tema ni el personaje y<br />

su entorno o ambiente lo que le da valor al cuento. todavía más se muestra la inteligencia<br />

<strong>de</strong> Curiel cuando percibe certeramente que “el drama <strong>de</strong>l hombre dominicano reviste en<br />

este joven autor un acento menos epopéyico –en el sentido <strong>de</strong> enfrentamiento a la fuerza<br />

externa– que en sus antecesores.” (Ibíd.)<br />

Certísimo, y en este enfrentamiento rítmico-semántico es don<strong>de</strong> resi<strong>de</strong> el valor literario<br />

<strong>de</strong> los cuentos más significativos <strong>de</strong> Bosch: la orientación política <strong>de</strong>l sentido <strong>de</strong> sus cuentos<br />

más perfectos en contra <strong>de</strong> las estructuras <strong>de</strong>l sistema social que trituran a campesinos y<br />

habitantes urbanos (“La mancha…”, “La nochebuena…”, “El indio…”, “Luis Pie”, “Los<br />

amos”, “La muchacha <strong>de</strong> La Guaira” y “El hombre que lloró”. Es en contra <strong>de</strong> las instancias<br />

<strong>de</strong> Po<strong>de</strong>r y en contra <strong>de</strong>l Po<strong>de</strong>r mismo que se inscribe el sentido <strong>de</strong> estos cuentos <strong>de</strong> Bosch<br />

(Estado, Ejército, Justicia, terratenientes, Iglesia, etc.).<br />

En cambio, Curiel da en el blanco cuando dice, refiriéndose a los cuentos <strong>de</strong> Díaz Grullón,<br />

que “el drama <strong>de</strong>l dominicano <strong>de</strong> la ciudad es <strong>de</strong> interioridad. Ya no es la inclemencia<br />

<strong>de</strong> la naturaleza, ni la fuerza coactiva <strong>de</strong>l cacique <strong>de</strong> turno, ni la esterilidad <strong>de</strong>l suelo, ni la<br />

incomunicación física […]. Se trata esta vez <strong>de</strong>l hombre <strong>de</strong> ciudad o <strong>de</strong>l hombre que vegeta<br />

en estas poblaciones que no alcanzan la categoría <strong>de</strong> ciudad pero que han perdido el encanto<br />

parroquial y eglógico <strong>de</strong> las al<strong>de</strong>as tradicionales.” (Ibíd.)<br />

altocerro es, como dice Curiel, el poblacho creado por la imaginación <strong>de</strong> Díaz Grullón<br />

para plantar a ese nuevo tipo humano compuesto <strong>de</strong> hombres, mujeres, ancianos y niños en<br />

medio <strong>de</strong> las contradicciones más espantosas y los <strong>de</strong>lirios más <strong>de</strong>sbordantes: “Hay también<br />

en estos cuentos un amargo sentido <strong>de</strong> frustración, pero en esa medida constituyen un retrato<br />

<strong>de</strong> un gran sector <strong>de</strong> nuestro pueblo.” (Ibíd.)<br />

Por esta razón el autor ha calificado a sus personajes <strong>de</strong> héroes o más bien <strong>de</strong> antihéroes.<br />

La escritura es problemática. no pue<strong>de</strong> existir en esta el optimismo o la felicidad, pero<br />

tampoco el pesimismo. Los tres son i<strong>de</strong>ologías en contra <strong>de</strong> las cuales <strong>de</strong>ben orientarse<br />

políticamente los sentidos <strong>de</strong> un texto.<br />

Y no son solamente los cuentos <strong>de</strong> Crónicas <strong>de</strong> Altocerro, sino también los <strong>de</strong> Un día cualquiera<br />

y Más allá <strong>de</strong>l espejo los que nos ofrecen, a través <strong>de</strong> sus personajes, “un amargo sentido<br />

<strong>de</strong> frustración”. (Ibíd.) no es frustración, sino fracaso <strong>de</strong> los proyectos enarbolados por<br />

los personajes. El país está simbolizado por estos antihéroes. El país es el que ha fracasado<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1844 hasta hoy. Pero más que el país, que es una abstracción, son los dirigentes los<br />

fracasados y, como consecuencia, han arrastrado, con la práctica política patrimonialista y<br />

clientelista, al pueblo que les ha apoyado siempre, a ese mismo fracaso <strong>de</strong>bido a la falta <strong>de</strong><br />

cultura política, sin la cual esos personajes no pue<strong>de</strong>n simbolizar la conciencia nacional.<br />

El prólogo <strong>de</strong> Curiel termina con una afirmación contun<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> lo que es la escritura:<br />

“El autor no plantea soluciones a estas vidas frustradas.” (p.10) Claro, si los cuentos plantearan<br />

soluciones por boca y acción <strong>de</strong> los personajes, no <strong>de</strong>l autor, semejantes textos serían<br />

i<strong>de</strong>ología. Pero con sus palabras, el prologuista no se engaña: “no es esa su misión.” (Ibíd.)<br />

¿Y <strong>de</strong> quién es, entonces, tal misión? ¡oh, <strong>de</strong> los políticos que surjan como novedad!; no <strong>de</strong><br />

los que han hundido el país con la práctica <strong>de</strong>l patrimonialismo y el clientelismo.<br />

Culmina Curiel su prólogo con estas palabras llenas <strong>de</strong> inteligencia y captación <strong>de</strong> que<br />

la literatura cuando se concreta en la escritura no es receta, sino simbolización y relación con<br />

lo real, pero compren<strong>de</strong> que la vida no tiene lógica, es <strong>de</strong>cir, que fuera <strong>de</strong> los intereses que<br />

cada sujeto tiene en ella, esta no conduce a ningún fin: “Pero, sin <strong>de</strong>cirlo explícitamente, hay<br />

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