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TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

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Ángel Liberata<br />

COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n II | CUENTOS<br />

¡Fueron 820!<br />

Diezmados al principio por la infantería enemiga, dispersos por los escuadrones y acosados<br />

por el espanto, huyeron silenciosos como sombras. En la noche lóbrega pasaron por<br />

Pueblo-Viejo, siguiendo el atrecho <strong>de</strong> El Curro que los llevara a juntarse con su jefe natural,<br />

con el auténtico Jefe. Los <strong>de</strong>más sobrevivientes, orientados por el otro <strong>de</strong>rrotero, se separaron<br />

en Quita-Coraza tomando las rutas <strong>de</strong> Rincón y <strong>de</strong> Neiba.<br />

Endurecidos por la ruda disciplina que había mantenido él, habituados a dormir a suelo<br />

raso, a alimentarse <strong>de</strong> pie con plátanos y cecina cada veinte y cuatro horas, podían recorrer<br />

distancias enormes sin rendirse a la fatiga. Tenían prohibidos el aguardiente y las barajas,<br />

porque <strong>de</strong>shonran, y la hamaca, la música y las faldas, porque inclinan a la molicie, indigna<br />

<strong>de</strong>l guerrero. Y ellos, educados así, habían visto con asombro al otro jefe, al que mandaba<br />

en todo el Sur, traicionado, ¡vendido! y asesinado.<br />

¡Fueron 820!<br />

Pantalones y guerrillera <strong>de</strong> “fuerte-azul”, soletas dobles, un machete, una carabina, una<br />

cartuchera, un concepto <strong>de</strong> hombría que les impedía recular en la pelea, si no se les or<strong>de</strong>naba,<br />

y obligaba a mor<strong>de</strong>rse la lengua y a morir antes que soltar palabra que menguara el prestigio<br />

<strong>de</strong> la República y favoreciera al enemigo. Así los había forjado él, y así habían pasado <strong>de</strong> su<br />

autoridad a la <strong>de</strong> Pedro Florentino, <strong>de</strong> la <strong>de</strong> Pedro Florentino a la <strong>de</strong> Gregorio Luperón, y<br />

otra vez a la <strong>de</strong> Pedro Florentino.<br />

¡Fueron 820! ¡Puello! ¡Puello!<br />

Regresaban: ocho <strong>de</strong> Rincón, con el Coronel Cabuya; cinco <strong>de</strong>l Puesto Cantonal <strong>de</strong><br />

Petit-Trou, con el Sargento Payén; doce <strong>de</strong> Barahona, con el Capitán Antonio Blas; treinta<br />

<strong>de</strong> Neiba, nueve <strong>de</strong> Pesquería, dos <strong>de</strong> La Descubierta.<br />

Contaba en silencio y volvía a contar <strong>de</strong> nuevo. Una arruga perpendicular partía<br />

su frente. Las sombrías pupilas escudriñaban con ansias disimuladas las bocas <strong>de</strong> los<br />

caminos y los caminos estériles mantenían las cifras inalteradas: ocho <strong>de</strong> Rincón, cinco<br />

<strong>de</strong> Petit-Trou, doce <strong>de</strong> Barahona, treinta <strong>de</strong> Neiba, nueve <strong>de</strong> Pesquería, dos <strong>de</strong> La Descubierta…<br />

¡Fueron 820!<br />

Pasó toda la mañana y lo <strong>de</strong>jaba la tar<strong>de</strong> bajo la baitoa <strong>de</strong>l patio, sentado en el<br />

taburete forrado <strong>de</strong> cuero crudo. Extraía <strong>de</strong> los relatos, hechos, nada más que hechos,<br />

<strong>de</strong>snudos <strong>de</strong> la bazofia <strong>de</strong> comentarios. La Gándara y Puello (¡Puello! ¡Puello!, ¡dominicano<br />

traidor y azote <strong>de</strong>l Sur!), aniquilaron las avanzadas <strong>de</strong> los patriotas en Haina<br />

y en San Cristóbal. En Baní, los banilejos se pasaron al enemigo y contribuyeron al<br />

exterminio. Azua está en po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> España. El ejército <strong>de</strong>l Sur –cuatro mil trescientos<br />

hombres– <strong>de</strong>struido. Y el General Pedro Florentino, su compadre <strong>de</strong> sacramento, asesinado.<br />

¡Este era el cuadro consolador!<br />

Ensimismado en un silencio hostil, parecía sordo al lloro <strong>de</strong>sgarrador <strong>de</strong> las mujeres. A<br />

medida que se generalizaban las noticias los crecientes clamores se multiplicaban, subían<br />

hacia las lomas <strong>de</strong> Panzo perdiéndose en las la<strong>de</strong>ras, se <strong>de</strong>rramaban sobre Cerro en Medio,<br />

volaban sobre Cambronal y Las Marías. Y Cambronal y Las Marías y Cerro en Medio,<br />

gritando también sus muertos, <strong>de</strong>volvían el lamento funeral. Un inmenso dolor se dilataba<br />

sobre el vasto valle <strong>de</strong> Neiba. Nadie se atrevía a dirigirle la palabra. Pasaría la noche y lo<br />

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