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TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

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CoLECCIón PEnSaMIEnto DoMInICano | Vo l u m e n II | CuEntoS<br />

dragón traía la noticia, grave por cierto, <strong>de</strong> que una fuerza <strong>de</strong>l Gobierno, a prima noche,<br />

había atacado y ocupado por asalto al pueblo <strong>de</strong> Los Llanos, recuperando así el centro <strong>de</strong><br />

operaciones <strong>de</strong>l Gobierno.<br />

El Comandante <strong>de</strong> armas, el Síndico y el Cura estaban en cepo. El maestro <strong>de</strong> escuela,<br />

un viejito cibaeño llamado don Chucho, buena gente por cierto, pero <strong>de</strong>masiado metafísico,<br />

muy filorio, muy chacharero y boca dura, que se pasaba el tiempo discursiando sobre las<br />

ventajas <strong>de</strong> la <strong>de</strong>mocracia y el peligro <strong>de</strong> las tiranías, en el billar <strong>de</strong> don natividad, que era<br />

espía y <strong>de</strong>lator temperamental, más amigo <strong>de</strong>l Gobierno que sus armas, ése estaba casi <strong>de</strong>rrengao,<br />

<strong>de</strong> una pela <strong>de</strong> sable que le dieron.<br />

El Secretario <strong>de</strong>l Jefe <strong>de</strong> Operaciones, un pepillito <strong>de</strong> los lados <strong>de</strong> San Pedro <strong>de</strong> Macorís,<br />

entripado <strong>de</strong> necedad y embadurnado <strong>de</strong> la literatura <strong>de</strong> los “Girondinos”, autoritario,<br />

jactancioso, berrinchoso, malcriado, el odio <strong>de</strong>l cantón, nadie lo podía ver por sangrúo y parejero,<br />

como él sólo, dormía esa noche en el fondo <strong>de</strong> una hamaca, cuando fue <strong>de</strong>spertado,<br />

bruscamente, por Botajumo, su plantón, que le batió los jicos <strong>de</strong> la hamaca tres veces.<br />

—¡Jefecito!…<br />

—Jefecito!… El Jefe gran<strong>de</strong> lo ñama, levántese seguido que <strong>de</strong>i lao <strong>de</strong> Los Llanos ha bido la<br />

<strong>de</strong>i diablo y yo credo que vamo a salí, pero ya, <strong>de</strong> a volío.<br />

—Quiero –le dijo el Jefe <strong>de</strong> operaciones, que no era uno <strong>de</strong> esos generales, nuestros,<br />

completamente incultos, <strong>de</strong> sellos <strong>de</strong> goma o <strong>de</strong> firme aquí, más bien algo leído, blanco y<br />

rubio, <strong>de</strong> pocas palabras, muy reposado y muy serio, un hombre <strong>de</strong> mando– quiero, Secretario,<br />

que usted acompañe al Coronel La Choncha, que va con todas las fuerzas <strong>de</strong> caballería<br />

y mi Estado Mayor, a una operación rápida, muy <strong>de</strong>licada, <strong>de</strong>licadísima, y le repitió lo <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>licadísima tres veces. no quiero que se malogre la operación, ni el Coronel, que es un<br />

hombre <strong>de</strong>masiado impulsivo, arrojado y atrabiliario. no se le quite <strong>de</strong>l lado, pie a pie con<br />

él, haciéndole las reflexiones necesarias. Procure que no tome un solo trago <strong>de</strong> ron en el<br />

camino. una vez recuperado el pueblo, al arma blanca sería mejor, porque usted sabe como<br />

andamos <strong>de</strong> municiones, y cogido el convoy que está escondido en el billar <strong>de</strong>l vagabundo<br />

<strong>de</strong> don Natividad, evite violencias, atropellos y fusilamientos, porque esta es una revolución<br />

completamente distinta a las otras que se han hecho hasta ahora.<br />

Des<strong>de</strong> ese momento sintió el Secretario un tiin muy largo, largo y repetido en los oídos,<br />

que él consi<strong>de</strong>ró que era un aviso <strong>de</strong>l Ángel <strong>de</strong> su Guarda, que le indicaba no ir a ese pleito,<br />

que en verdad no era otra cosa que la presión arterial <strong>de</strong>l berrinchoso y jaquetón Secretario,<br />

presión que tenía la violenta gradación <strong>de</strong> un termómetro en el fondo <strong>de</strong> un cal<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> agua<br />

hirviendo. El Secretario tenía una absoluta seguridad <strong>de</strong> que algo muy gordo le esperaba,<br />

gordo y trágico, y maldijo la hora en que al Jefe se le ocurrió ponerle <strong>de</strong> asesor <strong>de</strong> un hombre<br />

<strong>de</strong> tanto ácido, tan brutal e irreflexivo como el Coronel La Choncha, que no era un ser<br />

humano, sino una fiera y un cerdo, en una sola pieza.<br />

La fuerza, como hemos dicho, era toda <strong>de</strong> caballería, ni un solo hombre a pie, porque<br />

la <strong>de</strong>licada operación <strong>de</strong> tomar el pueblo <strong>de</strong> Los Llanos, al arma blanca, tenía que ser rápida,<br />

en la madrugada, antes <strong>de</strong> que rompiera el día.<br />

…La mejor montura <strong>de</strong> todas –y las había buenazas, porque los muchachos cuando se<br />

fueron al monte arrasaron con las cuadras <strong>de</strong> las fincas–, era la <strong>de</strong>l Secretario. Un caballo<br />

hermoso, lindísimo, <strong>de</strong> siete cuartas <strong>de</strong> alzada, fino <strong>de</strong> a verdad, color alazano tostado, con<br />

dos patas blancas, las crines blancas también, y un lucero en la frente <strong>de</strong>l mismo color: era<br />

una bestia <strong>de</strong> hombre. El Secretario la había cogido a la brava en el “Batey <strong>de</strong> Los Platanitos”,<br />

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