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TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO | Vo l u m e n II | CUENTOS<br />

Emperador Faustino Soulouque, <strong>de</strong> que no se jactaba porque le parecía la cosa más natural<br />

<strong>de</strong>l mundo.<br />

—Compañeros… –dijo y esperó con calma a que se impusiera el silencio–. Compañeros…<br />

¡Ma Paula se fue <strong>de</strong>l mundo!<br />

A su lado el secretario Lorenzo, Lorencito, iba leyendo para sí el discurso que le había<br />

enseñado al superior, a ver si éste se equivocaba. Espantados <strong>de</strong> oír lo increíble, se miraron<br />

todos y se dijeron:<br />

—¡Se murió Ma Paula!<br />

—En ella se ensuelva, profirió un atrevido.<br />

—¡Cállese el <strong>de</strong>slenguao! —regañó Papá Sindo, y la voz se le rajó en la garganta—. Ma<br />

Paula se fue <strong>de</strong>l mundo —reiteró–. Cayó con la boca echando espuma y ya al minuto estaba<br />

tiesa como si fuera <strong>de</strong> palo. Los tonto que secretiaban que iba a vivir ciento setenta y siete<br />

año en cumplimiento <strong>de</strong>l pacto que ella tenía con Sataná, que<strong>de</strong>n convencido <strong>de</strong> que si ni<br />

tan siquiera el arzobipo pue<strong>de</strong> alargar la vida propia con oracione a Nuestro Señor Jesucrito,<br />

meno sabrán los haitiano inmunizarse con la malicia <strong>de</strong>l diablo y la <strong>de</strong> sus Luase y Papá<br />

Bocó. Con nuestros machete, nuestros fusile y sobre todo con la cruz <strong>de</strong> nuestra ban<strong>de</strong>ra,<br />

podremo triunfar siempre <strong>de</strong> los enemigo. Siempre. Siempre que recemo el Creo en Dios<br />

Padre <strong>de</strong>fendiendo la república a tiro y a machetazo. Compañeros… –agregó cambiando<br />

<strong>de</strong> tono y mirando <strong>de</strong> soslayo–. Aquella novilla berrenda, que era <strong>de</strong> los biene <strong>de</strong> la<br />

difunta, or<strong>de</strong>no y mando que la beneficien para pasar el velorio. Mán<strong>de</strong>nme los filete.<br />

Y últimamente –dijo empinándose–. Advierto que el aguardiente se hace para beberlo;<br />

pero hay que saber beberlo. No quiero gresca. He dicho.<br />

Papá Sindo, alto y seco, resultaba tan imponente <strong>de</strong> cerca como <strong>de</strong> lejos, y los caprichos<br />

y rebeldía <strong>de</strong> la s le añadían gracia en vez <strong>de</strong> restarle elocuencia a sus arengas.<br />

Tan pronto se alejó el áspero y autoritario jefe empezaron los comentarios y murmuraciones:<br />

“El era así, duro y seco, pero no malo. Tenía la lengua tan agria porque estaba <strong>de</strong>l<br />

pecho y sabía que no tenía remedio. Pero, aparte <strong>de</strong> eso, la verdá es la verdá; y sin dizque ni<br />

que me dijeron, ¡se murió Ma Paula!”<br />

Allí, puesta boca arriba sobre la barbacoa y el colchón <strong>de</strong> guajaca que le servía <strong>de</strong> cama,<br />

en medio <strong>de</strong>l patio <strong>de</strong> su vivienda, en don<strong>de</strong> la habían colocado, estaba tiesa y más seria<br />

que cuando vivía.<br />

Varios opinaron que en la región no estarían preservados <strong>de</strong>l espíritu <strong>de</strong> la bruja sino<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l novenario. Y así y todo habría que hacerle el hoyo bien hondo y ponerle arriba<br />

piedras pesadas, por si acaso intentara salir a hacer <strong>de</strong> las suyas.<br />

—Papá Sindo manda que no crean en brujos; pero al <strong>de</strong>cir que no crean en ellos atestigua<br />

que los hay –dijo uno reflexivamente.<br />

—De que los hay los hay. Pero si él mismo, que es cofrao <strong>de</strong> la Virgen <strong>de</strong> la Altagracia,<br />

siempre que se veía en confusión se encerraba con la vieja a consultarla sobre política. ¡Cómo<br />

si uno se olvidara <strong>de</strong> cuando el alazano rompió el lazo y se le etravió! Mediante un cabo e<br />

vela encendío al revé, la clara <strong>de</strong> un huevo crúo en aguardiente alcanforao, y una peseta<br />

fuerte pa San Antonio y real y medio pa Pedro Congo, en lo que se presina un Cura loco la<br />

vieja hizo aparecé el caballo.<br />

A los <strong>de</strong>l vecindario les parecía que el comandante no habló <strong>de</strong> la difunta con el miramiento<br />

<strong>de</strong>bido. Se acercaban al bohío en don<strong>de</strong> estaba la anciana, <strong>de</strong> cuerpo presente, con el<br />

respeto que a la muerte le rin<strong>de</strong> todo mortal. En realidad, estaba ahí, boca arriba. No cabía<br />

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