03.04.2013 Views

TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

TOMO 2 Cuentos CPD p1-362.internet.indd - Banco de Reservas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

campesino, seguir viaje hasta la misma Capital y comunicar algunas instrucciones a la Junta<br />

secreta que dirigía allí el cotarro revolucionario. El coronel Virico procuró disuadirlo <strong>de</strong> tan peligroso<br />

empeño. Si por cualquier casualidad se <strong>de</strong>scubría quién era, cuatro tiros lo <strong>de</strong>spacharían<br />

incontinente al otro mundo como espía. Y con los pésimos antece<strong>de</strong>ntes que tenía…<br />

—Tengo que ir y lo haré aunque pierda la vida. Esta noche escribiré al general Salcedo<br />

informándole <strong>de</strong> todo lo que he podido saber y mañana me presento en el campamento fingiendo<br />

ser un peón <strong>de</strong> la finca <strong>de</strong>l vale Goyo, que quiere colocarse en el servicio <strong>de</strong> convoyes<br />

que se mantiene con Santo Domingo. Lo único que exijo <strong>de</strong> ti es que pongas lo que puedas<br />

<strong>de</strong> tu parte para que me acepten… No creo eso cosa difícil…<br />

El coronel Virico no opuso a esto ninguna objeción seria. Le recomendó únicamente que<br />

no llevara sobre sí ningún papel que pudiera comprometerle. Había que prever cualquier<br />

endiablado percance…<br />

Avanzaban con trabajo por en medio <strong>de</strong>l bosque espeso. Hilos <strong>de</strong> tenue claridad muy<br />

vaga, que iba atenuándose rápidamente, se filtraban aún al través <strong>de</strong>l espeso ramaje. Al<br />

salir <strong>de</strong>l bosque se dieron un fuerte apretón <strong>de</strong> manos. Momentos <strong>de</strong>spués ambos se alejaban<br />

por distinto rumbo espoleando sus respectivas cabalgaduras. Comenzaban a oírse<br />

vagos rumores. La naturaleza se aletargaba en una paz infinita, en un silencio solemne<br />

interrumpido solamente por el monótono estridor <strong>de</strong> los grillos y lejanos relinchos <strong>de</strong><br />

caballos. Anochecía…<br />

MÁXIMO GÓMEZ (1836-1905)<br />

El sueño <strong>de</strong>l guerrero<br />

Para Clemencita Gómez Toro<br />

…Desaparecía el sol; apenas doraba con sus últimos rayos las cimas <strong>de</strong> las altas montañas<br />

<strong>de</strong>l Jatibonico: el alborotoso pájaro negro1 , escondiéndose en el ramaje <strong>de</strong> las altísimas palmas<br />

y <strong>de</strong> los corpulentos árboles, puso término a su atormentadora algarabía…<br />

…………………………………………………………………………………………………………<br />

Al fin el Corneta <strong>de</strong> Ór<strong>de</strong>nes tocó silencio; los <strong>de</strong>más lo repitieron y apenas se extinguió<br />

el eco prolongado <strong>de</strong> esta consigna, cuando quedó todo el campamento sumergido en el más<br />

profundo silencio y obscuridad. Y yo me tendí cuan largo soy, en mi hamaca <strong>de</strong> campaña.<br />

Pasado un momento, un hombre, un anciano <strong>de</strong> aspecto venerable, con blando paso que<br />

apenas se siente, se acerca a mi tienda y, como quien no <strong>de</strong>sea ser oído <strong>de</strong> otro, pi<strong>de</strong> permiso<br />

para hablarme, entra y se sienta. Quedéme un tanto sorprendido al apercibirme <strong>de</strong> aquel<br />

extraño <strong>de</strong>sconocido que así se atrevía a faltar a esas horas a la consigna; pero al fin accedí<br />

a su súplica, y le permití que hablase, lo que hizo <strong>de</strong> la manera siguiente:<br />

—”Mi nombre poco te importa saberlo; y la mansión <strong>de</strong> don<strong>de</strong> vengo, tampoco es <strong>de</strong>l<br />

caso que lo sepas; es inútil que me lo preguntes pues no te lo diría; lo que quiero que sepas,<br />

y es lo que importa, es mi historia. Nací pobre, mi alumbramiento costó la vida a mi madre;<br />

apenas fui amparado por la Fortuna, pronto el Destino me <strong>de</strong>jó huérfano, y quedé solo<br />

vagando entre los hombres como el fragmento, en el espacio, <strong>de</strong> un planeta muerto. Para<br />

1 Alusión al Cao.<br />

SÓCRATES NOLASCO | EL CUENTO EN SANTO DOMINGO – <strong>TOMO</strong> I<br />

71

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!