11.05.2013 Views

El Copo De Nieve Ángela Grassi

El Copo De Nieve Ángela Grassi

El Copo De Nieve Ángela Grassi

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

102<br />

Pero cuando el carruaje monstruo emprendió su marcha majestuosa se desvaneció<br />

repentinamente la cólera de Miguel, y sus ideas se borraron, reemplazándolas los<br />

sentimientos. Se le desgarraba el corazón, al separarse de aquel modo de su compañera<br />

de la infancia.<br />

Triste, inquieto, preocupado estuvo todo el camino, y aprovechó la primera parada<br />

para escribir a Juana una larga carta, llena de quejas y recriminaciones.<br />

Apenas llegó a Madrid corrió desolado a su casa, creyendo encontrar en ella la<br />

contestación, pero sólo halló cartas indiferentes de sus amigos de café, o de las<br />

mujercillas compañeras de sus orgías.<br />

En medio de su despecho las arrojó todas al fuego. En diez días escribió veinte cartas,<br />

y las dos últimas por conducto de don Eustaquio, sin obtener contestación alguna.<br />

-¡Esa mujer no tiene corazón!, exclamaba lleno de cólera a cada esperanza<br />

defraudada, ¡no sólo ignora lo que es pasión, sino que es incapaz de comprender el<br />

sentimiento! Su alma es fría como el mármol de la tumba, y por esto sólo resuena en ella<br />

la voz glacial del deber.<br />

La providencia es quien me salva de unirme a un verdadero cadáver.<br />

En uno de estos accesos de rabia, tomó la pluma y escribió a Clotilde una carta<br />

apasionada. Era un acto de venganza, pues nunca hubiera pensado en escribir a una<br />

mujer que habitaba bajo el mismo techo que Juana, y con la cual, si se había permitido<br />

un ligero pasatiempo, nunca, por aquella razón, había deseado que se formalizase.<br />

Quince días después de haber partido la Marquesa, entró una tarde la tía Ojazos en el<br />

jardín, en donde se hallaba Clotilde con Juana y los niños, y dijo, mirando a la primera<br />

con aire significativo, que iba a llevarle el ramillete que le había encargado.<br />

Clotilde se sonrojó, porque no le había hecho semejante encargo, pero aunque<br />

hubiese querido deshacer la equivocación no hubiera podido, porque la vieja, al poner<br />

precipitadamente el ramillete entre sus manos, se las apretó diciendo:<br />

-Fíjese usted en la hermosa anémona que he puesto en el centro; no la hay igual en<br />

todo el mundo.<br />

Clotilde ruborosa, acongojada, adivinando lo que podía ser y no atreviéndose a dar<br />

crédito a sus propios pensamientos, no supo si debía tomar o rechazar el ramo. Tomarlo<br />

era hacerse cómplice de la tía Ojazos, rechazarlo era dar un escándalo. Miró a Juana,<br />

miró a sus hijos, pareciéndole que todos debían leer en su rostro lo que ella adivinaba.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!