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El Copo De Nieve Ángela Grassi

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cuenta para todo? Y ella, la gazmoña, ¿no has advertido con qué diligencia le sirve, le<br />

mima, y hasta procura adivinar sus pensamientos?<br />

Clotilde quedó aterrada y prorrumpió en sollozos.<br />

-¡Llora, llora!, exclamó la Marquesa con sarcasmo, ¡qué bien sirven las lagrimitas<br />

para marchitar la hermosura! ¡Necia, llora y ponte fea, éste es el mejor medio para<br />

desilusionar a tu marido!<br />

-¿Pues qué haré?, exclamó Clotilde desolada.<br />

-Toma, muy sencillo, si te da cuidado que ame a otra, porque si fuese yo, poco me<br />

importaría. Yo diría, ¡ancha Castilla!, y me aprovecharía de mi libertad para divertirme.<br />

Pero en fin, si a ti te da cuidado, como veo, lo que debes hacer es ponerte muy guapa,<br />

reír, gozar, mostrarte indiferente, y aun darle celos con otro, que éste es el medio mejor y<br />

más seguro. ¡Hay tantos que se considerarían dichosos con una mirada tuya, cuando tu<br />

imbécil marido te desprecia! Y sin ir más lejos, Miguel, que es un buen mozo, muy fino<br />

y muy ilustrado. ¡Ya, ya! ¡Si vieras en Madrid cómo se lo disputan las damas! Y sería<br />

una obra de caridad romper su compromiso con Juana, pues al fin él se cree ligado a ella<br />

por la gratitud, y sólo por gratitud se casará algún día con ella, porque por otra parte, yo<br />

sé muy bien que no la quiere, y ¿cómo la ha de querer nadie, no siendo el rústico de tu<br />

marido?<br />

Así estaban las cosas en la noche en que se daba el suntuoso baile.<br />

-Sabes, dijo de repente la Marquesa a su sobrina, que he discurrido un medio para que<br />

alcances la victoria que anhelas. Dicen comúnmente, y es verdad, que la privación es<br />

causa del apetito. Vente conmigo a Madrid cuando me vaya, que será muy pronto.<br />

Y como entre los caprichos de la Marquesa y su ejecución no solía mediar ni un solo<br />

instante, repuso, dirigiéndose a su doncella, y sin dar siquiera tiempo a Clotilde para<br />

contestar:<br />

-Leonor, vaya usted a decir al amo de la casa que deseo hablarle ahora mismo.<br />

Siempre que hablaba de Guillermo nunca le llamaba mi sobrino, sino el amo de la<br />

casa.<br />

No debía estar lejos Guillermo, por cuanto apenas hubo salido la doncella se presentó<br />

en el dintel de la puerta; pero con tan mala suerte, que al descorrer el portier derribó una<br />

frasquera de cristal que estaba sobre una mesa inmediata.

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