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El Copo De Nieve Ángela Grassi

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125<br />

Clotilde empezó a comprender. Un sudor frío cubrió su frente y murmuró con voz<br />

trémula:<br />

-En fin, ¿qué pretende usted de mí?<br />

-¡Eh, eh!, replicó el maligno viejo frotándose las manos con aire satisfecho. Veo que<br />

ya entra usted en el terreno práctico de los negocios. Toma y dame, esta es la gran<br />

cuestión, éste es el verdadero eje sobre el cual gira la humanidad.<br />

Yo quiero otra cosa. Canjear este papel por otro, y aun ese otro prestado.<br />

-¿Cuál?, preguntó Clotilde estremeciéndose.<br />

-Entre los papeles de su marido de usted, debe hallarse uno que me interesa en<br />

extremo.<br />

Un papel que contiene menos letras que esta carta. Se trata de la última voluntad del<br />

tío de don Guillermo, escrita sobre el campo de batalla de su propio puño y letra. No<br />

quiero más que verlo, y juro devolvérselo a usted con el mayor sigilo a las dos horas de<br />

haberlo recibido.<br />

Dio un salto Clotilde al oír esto, y exclamó fuera de sí:<br />

-¡Usted está loco! ¡En ese documento estriba todo el derecho que mi marido tiene a la<br />

herencia! ¡Lo que usted me pide es la fortuna de mi marido y de mis hijos!<br />

-No lo niego, contestó don Lupercio con sorna; pero le devuelvo a usted su honor y el<br />

honor de su marido y de sus hijos. ¿Qué es lo que estima usted en más?<br />

Puestas ambas cosas en una balanza, creo que Guillermo, que en tanto tiene su fama,<br />

se inclinará por la segunda.<br />

-Pero en último resultado, ¿qué significa esta carta?, exclamó Clotilde fuera de sí.<br />

-Esta carta significa que ha entregado usted su albedrío a un hombre que no es su<br />

marido; en esta carta recuerda usted con frases apasionadas y elocuentísimas los dulces<br />

momentos pasados con él en casa de la tía Ojazos, o vagando por los solitarios<br />

bosquecillos que cercan a la ermita.<br />

-¡Soy inocente! gritó la infeliz sollozando, ¡una vez sola nos encontramos allí!

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