Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
70<br />
es como las aguas de un río, que después de haber inundado los campos, obedeciendo a<br />
una ley ineludible, vuelven a su nivel primitivo.<br />
Oyendo sin cesar a Miguel y a su tía burlarse de Dios y de la virtud, que es su imagen<br />
sobre la tierra, con aquel tono frívolo y petulante, que no sólo no admite discusión sino<br />
que zahiere sin piedad a los que creen, tachándolos de imbéciles, Clotilde había ido poco<br />
a poco perdiendo la fe y el conocimiento del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto.<br />
Cada siglo tiene su hipocresía; su máscara para ocultar sus vicios; su bandera para<br />
justificarlos. La máscara y la bandera de este siglo son la falsa ilustración y el falso<br />
progreso indefinido. <strong>El</strong> progreso indefinido, que levantó la torre orgullosa de Babel, para<br />
producir la confusión y la ruina. Dios ha confiado al hombre, su hijo predilecto, una<br />
centella de sus propios resplandores; pero el hombre soberbio que quiere convertirse en<br />
Dios, cae precipitado al caos donde residen las tinieblas.<br />
A favor de esa máscara, agrupados debajo de esa bandera, los hombres de este siglo<br />
han rasgado las tablas de la ley, tan antiguas como el mundo, quedando destruidos los<br />
lazos que, uniéndolos entre sí, los unían al mismo tiempo con el Ser Supremo. Se ha<br />
perdido completamente la idea del deber; los padres no respetan la cándida inocencia de<br />
sus hijos, los hijos vilipendian las blancas canas de sus padres: y en su consecuencia, los<br />
ciudadanos no respetan la ley, ni erigen altares a la probidad, y en su consecuencia, las<br />
madres de familia escarnecen a su esposo y derriban el altar de la virtud que antes<br />
campeaba en su hogar doméstico, y lo que no respetan las obras, no lo respetan las<br />
palabras; los hombres pasan el día en el café o en la plaza pública entreteniéndose con<br />
conversaciones obscenas; las mujeres, cargadas de frívolos adornos, recorren las calles o<br />
las casas de sus amigas entreteniéndose con murmuraciones ociosas. No hay orden ni<br />
concierto; cada jerarquía de la sociedad traspasa el límite marcado por el Legislador<br />
Divino y se halla fuera de su verdadero centro.<br />
Todos quieren brillar, todos quieren mandar, todos quieren ser felices, Verdadero<br />
torrente desbordado que se esparrama por la campiña y sumerge los campos en flor,<br />
arranca de raíz los árboles, y arrastra entre su limo cenagoso los puentes y las casas y los<br />
ensangrentados cadáveres, sin que nada baste a poner dique a su saña destructora.<br />
Y las mismas aguas, en castigo, lejos de ser puras y cristalinas como antes, lejos de<br />
retratar corno antes la bóveda del cielo, se enturbian y ennegrecen mezcladas con las<br />
arenas de su fondo.<br />
Y la literatura, que debiera ser el faro refulgente que guiase a la humanidad por las<br />
serenas vías de lo bello y de lo bueno, se empequeñece y se arrastra, y los escritores, que