11.05.2013 Views

El Copo De Nieve Ángela Grassi

El Copo De Nieve Ángela Grassi

El Copo De Nieve Ángela Grassi

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

200<br />

-¡Me voy!..., dijo con voz dulce... ¡Dios me llama!... ¡Adiós, hijos queridos, adiós mis<br />

fieles y honrados servidores.... recibid mi bendición!... ¡Sí, me voy!... ¡Adiós, adiós!... ¡o<br />

más bien... hasta luego!...<br />

Levantó los ojos al cielo, sonrió, se recostó en la almohada y exhaló un plácido<br />

suspiro...<br />

¡Había muerto! ¡Había ido a recoger en el seno de Dios las palmas que había hecho<br />

florecer en este mundo!<br />

-¡Roguemos por ella!, dijo el sacerdote poniéndose de pie y con ademán solemne.<br />

Comprendieron cuantos asistían a la lúgubre escena lo que significaban aquellas<br />

palabras, y dejaron escapar de su pecho un grito supremo de dolor, que tuvo eco en los<br />

últimos confines de la calle, pero luego acompañaron con santa conformidad las preces<br />

del sacerdote, que la dulce religión nos fortifica y nos ampara hasta en los trances más<br />

amargos de la vida.<br />

Al amanecer, Clotilde partió para Madrid en compañía de un anciano criado que iba a<br />

participar la infausta nueva a la hija menor de la Condesa, casada en la metrópoli de<br />

España, y al día siguiente llamaba con mano trémula a las puertas del Colegio del<br />

Sagrado Corazón, establecido en Chamartín, en donde había pasado su dichosa infancia.<br />

- XI -<br />

La expiación<br />

He aquí cómo terminaba la larga carta que Clotilde escribía a Guillermo, sentada al<br />

mismo pupitre, sobre el cual había escrito las cartas inocentes que dirigía a su madre.<br />

«Es mi confesión completa la que acabo de trazar, tan sincera y completa como si<br />

estuviese delante del sacerdote en la hora postrera de la muerte. No he ocultado nada, no<br />

he disimulado nada: ni mi ingratitud para contigo, ni el crimen que cometí para recobrar<br />

la carta acusadora, ni la cobardía con que dejé que sospecharas de la noble Juana, ni la<br />

debilidad que me impulsó a acudir a una cita vergonzosa para impedir una catástrofe.<br />

»Ya lo ves, no he sido culpable, Guillermo, como quizás crea el mundo, como quizás<br />

hayas creído tú, bien de mi vida, único y verdadero tesoro de mi alma.<br />

»¡No soy culpable, ay de mí! No he manchado mi honor; pero ¿no mancha el honor<br />

de una mujer la más leve apariencia?¿Puede llamarse honrada la que con su conducta ha

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!