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El Copo De Nieve Ángela Grassi

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190<br />

Fue a buscar la saya y los zapatos de Clotilde, ya secos, retiróse la joven detrás de la<br />

cortina para ponérselos, y cuando ya iba a salir, entró Agustina y deslizó en su mano<br />

furtivamente una monedita de plata, diciéndole:<br />

-¡Tome usted y que Dios la bendiga!<br />

-¡Que Dios la bendiga a usted!, exclamó Clotilde con los ojos inundados de lágrimas.<br />

-¡Yo tengo un buen pagador que me da ciento por uno!, dijo la mujer, procurando<br />

ocultar el alborozo que le había causado su propia buena acción.<br />

Pero aún más alborozo, aunque mezclado de vergüenza, sintió, cuando Clotilde,<br />

abrazándola, puso en su cuello una crucecita de oro pendiente de un cordón.<br />

-¡Es de mi madre, dijo entre sollozos, guárdela usted para sus hijos!<br />

Agustina besó la crucecita con respeto, y salió de detrás de la cortina enjugándose los<br />

ojos con el dorso de la mano.<br />

<strong>De</strong>spidióse Clotilde de ella y de los niños, y siguió a Juan, que le fue haciendo el<br />

mismo relato que le había hecho su mujer, acerca de las circunstancias de su casamiento.<br />

-¡No sabe usted cuán bueno es ser bueno!, concluyó diciendo. Aseguran que el<br />

camino del mal es ancho y lleno de rosas, y el del bien estrecho y lleno de espinas; pero<br />

yo por mí puedo decir que es todo lo contrario.<br />

Cuando pasaba el día en la taberna, siempre estaba de malhumor y dispuesto a armar<br />

una camorra con el lucero del alba. No tenía ni casa, ni cama, ni ropa con que cubrirme.<br />

Si me aturdía un rato, que aquello no era divertirme, luego venían las penas y las<br />

desazones.<br />

Nunca tenía un sueño tranquilo; nunca tenía un rato de sosiego. Conocía que todos<br />

me despreciaban, y yo despreciaba a todo el mundo.<br />

Ahora tengo casa: cuando vuelvo a ella hallo a mi mujer y a mis hijos que brincan de<br />

alegría. Como un potaje bien caliente y sazonado, duermo en una cama dura, pero con<br />

un sueño tranquilo, y nunca me falta camisa para mudarme, aunque sea remendada.<br />

¡Le digo a usted que es muy bueno ser bueno!

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