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208<br />
La emoción la ahogaba, y tuvo que sentarse sobre una piedra. Con esto dio lugar a<br />
que llegase la anciana, ya exhausta de fatiga, y tomase asiento junto a ella.<br />
Entonces resonaron a lo lejos los melodiosos sonidos de una flauta.<br />
¿No eran aquellos sonidos los que había escuchado con embriaguez, aquella noche<br />
feliz en que Guillermo fue a pedir su mano?<br />
¡Si, eran aquellos mismo dulces sonidos que parecían otras tantas notas escapadas de<br />
los cielos!<br />
Como entonces también, Anselmo apareció en lo alto de la colina, precedido de sus<br />
cabras blancas y negras que se esparcieron triscando por el llano.<br />
<strong>El</strong> pastor vio a Clotilde, e interrumpió su melancólica tocata.<br />
Acercóse a ella, y exclamó con alegría:<br />
-¿Es usted, señora?<br />
-¡Sí, yo soy, yo soy! dijo Clotilde poniendo su blanca mano sobre la ruda mano del<br />
pastor.<br />
-¡Gracias a Dios que la veo ya restablecida de su larga enfermedad, dijo éste, aunque<br />
está usted todavía muy pálida, muy delgada! Bien dicen, que cuando viene un mal nunca<br />
viene solo, y en su casa de usted se han reunido todos a la vez. ¡Si viera usted cuánto<br />
rogábamos a Dios para que le devolviese la salud! No quedó nadie en estos alrededores<br />
que no fuese por mañana y tarde a preguntar a Juana por usted.<br />
-Mire usted que se le van a perder las cabras, exclamó vivamente la anciana,<br />
deseando interrumpir aquel diálogo peligroso.<br />
Pero Anselmo había pronunciado el nombre de Juana, y ya no le era posible callar.<br />
-Mis cabras conocen el camino, dijo sonriendo. Y luego repuso: ¡cuánto la ama a<br />
usted Juana, señora!<br />
Partió precipitadamente, me decía entre lágrimas, para ir a cuidar a la Superiora del<br />
colegio que la había servido de madre, y cuya vida estaba en grave riesgo, y es tan<br />
sensible, que obrando en ella a la vez el susto y el pesar, cayó gravemente enferma.<br />
¡Juana! ¡Qué buena es Juana! ¿Hay alguna mujer que se asemeje a ella? ¡Ah, señora, si