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hogar doméstico, discutiendo los recíprocos derechos del esposo y de la esposa;<br />
poniendo en tela de juicio si ésta debe o no debe someterse a lo que las leyes divinas y<br />
humanas le ordenan que cumpla; poniendo en tela de juicio su respeto al marido, jefe<br />
natural de la familia; su necesidad de velar junto a la cuna de sus hijos y formar su<br />
corazón para el bien, grata y dulce e importante tarea que basta por sí sola para llenar<br />
toda una vida; discutiendo, en fin, la santidad del juramento; reduciendo el indisoluble<br />
lazo bendecido por el cielo a simple contrato civil, transitorio y baladí, como todo lo que<br />
dimana de los hombres?<br />
Y para sostener estas polémicas ardientes, estas sofísticas controversias, se ha<br />
apelado a todos los medios, sacando de quicio a los hechos más sencillos, trastornando<br />
las ideas más naturales, mancillando las virtudes más castas y más bellas.<br />
¡Míseros innovadores, que por separarse del vulgo, amontonan utopías sobre utopías,<br />
imitando a aquel fanático que incendió el templo de Diana, monumento grandioso de las<br />
artes, para que su nombre oscuro pasase a los futuros siglos!<br />
Y el hombre puso a la mujer sobre un altísimo pedestal, sin advertir que era de fango,<br />
y la mujer, orgullosa, desvanecida, delirante, se apresuró a escalarlo, renunciando a su<br />
misión divina, que es como si la rosa renunciase a su perfume y la estrella a sus bellos<br />
resplandores.<br />
¡Y el ángel se ha convertido en criatura sin sexo, impotente y miserable, y la mujer,<br />
libre por el cristianismo, ha vuelto a tomar las cadenas de la esclavitud, porque en el<br />
terreno físico y material jamás podrá competir con su fuerte compañero!<br />
Basta: hora es ya de que una cruzada sensata imponga silencio a esta cruzada loca y<br />
vocinglera, hora es ya de que los escritores honrados pongan un dique a este<br />
desbordamiento inmoral que amenaza destruir para siempre los vínculos de las modernas<br />
sociedades.<br />
¡Basta, basta!<br />
¡Por esos inocentillos de rubias cabezas, sonrosadas mejillas y ojos de azul de cielo,<br />
esperanza de las edades futuras, unámonos todos los que tenemos amor y fe en el alma,<br />
para salvar a la familia!<br />
¡Dichosos aquellos que acudan a romper lanzas en el nuevo y gloriosísimo palenque;<br />
dichosos aquellos obreros que aunque oscuros y acaso vilipendiados, puedan dormir el<br />
sueño eterno, seguros de haber puesto una pequeña piedra al edificio moral, levantado<br />
sobre los escombros de la inmoralidad, hoy prepotente y orgullosa!