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Juana se levantó rápidamente, irguiéndose con actitud severa y majestuosa.<br />
-¿Qué es lo que osan pronunciar tus labios, insensato?, exclamó fuera de sí. ¡Tú,<br />
aquél a quien miro como a un hijo, perdiendo a una mujer! ¡<strong>De</strong>shonrando a una familia!<br />
Miguel bajó los ojos ante la límpida mirada de Juana, que revelaba tanta severidad y<br />
energía, y tartamudeó confuso:<br />
-La pasión todo lo excusa...<br />
-¡La pasión no puede excusar jamás un comportamiento villano!, exclamó Juana con<br />
calurosa firmeza. <strong>El</strong> hombre ha nacido libre y puede dominar sus pasiones: sin esto, ¿qué<br />
significarían los remordimientos? ¿Qué significaría el rubor que cubre el rostro del<br />
culpable, y el estigma de oprobio que graba sobre su frente el mundo?<br />
-Los juicios del mundo son muy distintos de lo que tú crees, dijo Miguel; el mundo<br />
tiene disculpa para todos los extravíos, si los abonan la juventud y el amor...<br />
-<strong>El</strong> mundo, Miguel, no lo constituyen algunos centenares de necios, que hacen gala<br />
de innoble cinismo o de una moral estúpida y acomodaticia, el mundo lo constituyen los<br />
hombres verdaderamente honrados, que forman, me complazco en creerlo, la inmensa<br />
mayoría...<br />
-Déjate de razonamientos, Juana, exclamó el joven con impaciencia, y busquemos el<br />
modo de dejar sin efecto ese viaje que te ha dado el capricho de suponer.<br />
-No, dijo Juana, debes partir, y partirás...<br />
Ante aquel tono absoluto de autoridad y de amenaza, se rebeló otra vez el orgullo de<br />
Miguel.<br />
Midióla de alto a abajo con la vista, y luego tomando una resolución repentina, gritó<br />
ciego de ira, dirigiéndose a la puerta:<br />
-Pues arréglate como quieras; yo me voy...<br />
Pero Juana, rápida como el pensamiento, corrió a colocarse delante de él para<br />
impedirle el paso, y con el brazo extendido y la frente erguida, exclamó<br />
impetuosamente:<br />
-¡Atrás! ¡Atrás, tú que has salido puro y honrado de Orduña y has vuelto abyecto y<br />
miserable!... ¡Atrás digo, atrás!