Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
72<br />
Una mujer que brilla da importancia a su marido, y mañana podrá intrigar para<br />
procurar una buena colocación a sus hijos. ¿Qué hace Guillermo aquí sin ambiciones,<br />
vegetando entre estas breñas? Si tú fueras una mujer de talento, le empujarías para que<br />
pusiera en juego su influencia, y saliese diputado.<br />
Con esto irías a Madrid y desempeñarías el brillante papel que te corresponde.<br />
Pronto se escala el poder, afiliándose a un partido político. Tu marido, de diputado,<br />
podría subir a ministro. Lo que no bastase a alcanzar su talento, lo alcanzarían tus<br />
manejos.<br />
A bien que Guillermo es un tirano, y tú una pobrecilla, como dice el mundo, y aquí o<br />
en la corte siempre vivirías oscurecida, que predicar conciertas gentes es sermón<br />
perdido.<br />
No entraba de lleno Clotilde en las torcidas doctrinas de su tía, pero sus pérfidos<br />
consejos bastaban para aumentar sus cavilaciones y desviarla de Guillermo, a quien<br />
acabó por considerar como un déspota egoísta que no hacía el aprecio que debía a una<br />
mujer como ella.<br />
-Yo soy muy lince, la dijo la Marquesa una tarde en que iban juntas a hacer una<br />
visita, y tengo tal costumbre de adivinar los secretos de las casas ajenas que ya he<br />
adivinado el de tu casa. Ya sé por qué tu marido no está nunca a tu lado, ni te hace caso.<br />
-¿Por qué?, preguntó Clotilde temblando.<br />
La Marquesa se paró y la miró fijamente.<br />
-¿Por qué?, dijo, ¿pues no lo has adivinado tú? ¿Serás tan cándida que no lo hayas<br />
adivinado?<br />
-¡Yo; no!, balbuceó Clotilde poniéndose encendida.<br />
-Porque mientras tú te consumes en un rincón, y dejas que se marchite tu hermosura<br />
él, cansado de tu amor, ha puesto los ojos en la primera mujer que ha hallado a su paso,<br />
aunque ésta sea una mujer fea y en todos conceptos despreciable.<br />
-¡Juana!, murmuró Clotilde con voz alterada y el corazón destrozado.<br />
-Juana, sí, no me cabe duda alguna. Siempre veo el uno detrás del otro, siempre<br />
cuchichean en voz baja. ¿No has advertido que a ella la consulta para todo, que con ella