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El Copo De Nieve Ángela Grassi

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181<br />

era un ser aislado, como lo son tal vez la flor, el bruto, el ave: conoció que su ser era<br />

solidario de los que fueron y los que debían venir...<br />

Alzó los ojos al cielo, y creyó ver entre las nubes el soplo inflamado del espíritu<br />

divino.<br />

¡Si hubiese Dios!, pensó. ¡Si todo no terminase aquí! ¿No me habrán engañado en<br />

esto mis libros, como me han engañado respecto al amor culpable y borrascoso? ¡Ah, el<br />

amor turbulento, en vez de rosas, ha tenido para mi frente espinas! Su poesía ha sido la<br />

poesía amarga de las lágrimas...<br />

Recordó la pequeña ermita y la efigie de la Virgen compasiva, refugio de las almas<br />

pecadoras... Recordó el sermón de don Eustaquio en aquella tarde poética en que cambió<br />

su ser, en que se cambiaron sus ideas...<br />

<strong>El</strong> buen cura elevaba a virtudes el arrepentimiento y la expiación...<br />

-¿Qué es lo que me dice esta voz suave y misteriosa que resuena en el fondo de mi<br />

pecho?, prosiguió la triste. Es la voz de mi ángel de la guarda, de mi madre, de mis hijos,<br />

que repiten las palabras del buen cura; es la voz del Crucificado, que me ofrece el<br />

perdón conquistado por las lágrimas...<br />

Cayó de rodillas, oró... Oró con todo el fervor de un alma contrita y desolada...<br />

La naturaleza gemía en torno suyo, y aquellos gemidos le parecieron otras tantas<br />

preces elevadas en su favor al Ser Supremo... ¡Y le pareció que la campiña se iluminaba<br />

con suaves reflejos, y que de entre aquellos vagos resplandores surgía el ángel de la<br />

expiación y del consuelo, para ofrecerle un apoyo en su camino!<br />

<strong>De</strong>svióse de la margen del río, se sentó al pie de un árbol y lloró en silencio mucho<br />

tiempo.<br />

-No debo volver al santuario que he profanado, se dijo a sí misma, sin haber dirimido<br />

antes mi culpa; no puedo imprimir mis labios en la frente de mis hijos, sin haberlos antes<br />

purificado por medio del dolor del alma que vuelve al alma su inocencia...<br />

Recordó a la bondadosa superiora del convento en donde había pasado su infancia, y<br />

que había sido para ella casi una madre...<br />

¿Pero cómo llegar a Madrid?<br />

Registróse los bolsillos, y halló que no tenía dinero.

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