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Juana se arrojó en sus brazos y prorrumpió en sollozos.<br />
-¡Está hecho!, exclamó con voz apagada, ¡quizás no le vuelva a ver!<br />
-Miguel es bueno, dijo el cura, y no olvidará ninguna de sus promesas.<br />
-Lo más natural ,respondió Juana lentamente, es que en aquel revuelto torbellino<br />
quede preso su corazón, y acaso en los lazos que menos le convengan.<br />
Don Eustaquio recordó que aquéllas eran las mismas palabras que había dirigido a<br />
Miguel, y guardó silencio.<br />
-¡Quede usted con Dios!, dijo Juana.<br />
-Acuérdate de que soy tu padre, y rogaré a Dios por tu bien, balbució dulcemente el<br />
noble anciano.<br />
-Ruegue usted por él, padre mío, replicó Juana alejándose, yo sé sufrir.<br />
Y en pos de aquella lúgubre noche sobrevino la espléndida aurora, y pasaron los días<br />
y las semanas, los meses y los años, y Juana convirtió su letra deforme en una hermosa<br />
letra, tanto la ejercitó para escribir a su amante amigo, cuyas cartas llegaban hasta ella<br />
con una precisión matemática. Por lo demás, sus amos, lejos de tratarle como a hija,<br />
conforme a su promesa, la trataban como a esclava. La hacían trabajar mucho sin<br />
permitirle ni un solo momento de descanso y distracción, y si bien le escaseaban la<br />
comida, no le escaseaban los regaños, siendo éstos incesantes y a propósito de todo.<br />
Segunda reunía a su avaricia un genio cicatero y atrabiliario; Blas era desconfiado y<br />
gruñón.<br />
-¡Mira que Juana está cada vez más pálida y más delgada!, le decía el cura, ¡mira que<br />
abusas de su angélica bondad, y Dios te lo tomará en cuenta!<br />
-¡Pues ella tiene la culpa, que no come por darle su parte al maldito perro!,<br />
refunfuñaba Blas, y esto bien mirado, es una estafa de su parte, porque si se muriese;<br />
¡quién me indemnizaría de la cantidad que he dado!<br />
Juana a veces oía estas razones, y alarmada por ellas su timorata conciencia, hacía<br />
cuanto podía para cuidarse y conservar su salud.<br />
Pero a pesar de los esfuerzos de su poderosa voluntad, su alma decaía visiblemente, y<br />
parecía acercarse con rápidos pasos al sepulcro.