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El Copo De Nieve Ángela Grassi

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59<br />

Como a todos los viejos verdes que pululan en las ciudades populosas, y que<br />

aturdidos con su ruido se olvidan de su fecha y de su facha, le incomodaba la vista de la<br />

ancianidad venerable, que hace gala de sus canas.<br />

Pero pronto distrajo la atención de la Marquesa, y la de todos los circunstantes, un<br />

ahogado grito que resonó en el último extremo del aposento.<br />

Quien lo había exhalado era Juana, que estaba trémula, y parecía próxima a perder el<br />

uso de sus sentidos.<br />

A su grito había respondido otro exhalado por el joven forastero.<br />

-¡Eh!, oh!, dijo la Marquesa sonriendo, ¡tableau! ¡he aquí señores una verdadera<br />

escena de comedia!<br />

Se sentó sin ceremonias en una silla, depuso en su falda a Tití; y dijo con tono<br />

sentencioso:<br />

-Aquí verán ustedes como soy yo la providencia de todos los amantes separados por<br />

la infausta suerte. Venga usted acá, Miguel. Aquí les presento a ustedes a Miguel, artista<br />

distinguido de la corte, que ha hecho mi busto en madera, en yeso, en mármol, y en<br />

bronce, de una manera delicada y perfecta, tanto, que mis amigas se turban de envidia al<br />

verle, y no quieren confesar que sea mi busto. Un día me contó su historia, me dijo que<br />

la amada de su corazón residía en esta casa, y yo formé el proyecto de venir a sorprender<br />

a ustedes y traerle en mi compañía para reunirle con ella. Miguel no sabía adónde iba y<br />

así ¡qué sorpresa!, ¡qué felicidad inesperada! Acerquése usted Juana.<br />

Adelantóse la joven temblando, cogióla la Marquesa por debajo de la barba, la<br />

examinó corno había hecho con su sobrina y luego hizo un gesto de disgusto.<br />

-Cutis del rostro curtido, manos ásperas, ¡qué desencanto! Miguel, ¡éste no puede ser<br />

el bello ideal de un artista de genio como usted!<br />

Los ojos de Juana se llenaron de lágrimas; Miguel se sintió humillado en su amor<br />

propio.<br />

No obstante, hizo un poderoso esfuerzo sobre sí mismo, y dijo cogiendo<br />

amorosamente ambas manos de la joven:<br />

-Juana es buena. ¡Si su figura carece de distinción, su alma es hermosa; es la única<br />

mujer en quien reconozco verdaderas y sólidas virtudes, porque desgraciadamente el<br />

alma de la mujer se arrastra sin cesar por el inmundo fango de la tierra!

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