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Por fin cogió el ramo, dirigió algunas frases de gratitud a la vieja y, lanzándose a la<br />
escalerilla de hierro, subió a su cuarto, cerró el balcón y la puerta, y se dejó caer casi sin<br />
sentido sobre un butaca.<br />
<strong>El</strong> ramo que apretaba entre sus manos parecía abrasarla con un fuego intenso; sus<br />
perfumes le producían un desvanecimiento extraño.<br />
Largo tiempo luchó consigo misma, entre el deber y la curiosidad, que más<br />
curiosidad que amor era lo que experimentaba.<br />
Y por último sucumbió a la tentación, como Eva en el paraíso.<br />
<strong>De</strong>sató el lazo de cinta verde que sujetaba el ramo, y las flores cayeron esparcidas<br />
sobre su falda. Entonces, arrollado al tallo de la anémona, vio efectivamente aparecer,<br />
como había pensado, un billetito.<br />
Su primer movimiento fue apoderarse de él; pero casi al mismo instante sintió algo en<br />
el corazón que le advertía un peligro, mientras su rostro se cubría de púrpura.<br />
-No debo leerlo, pensó, debo devolvérselo a esa mujer, para que lo remita de nuevo a<br />
su destino.<br />
Estuvo largo tiempo entregada a una angustiosa lucha.<br />
Y, por último, sucumbió otra vez a la tentación.<br />
<strong>De</strong>spués de haber principiado a leer la carta, la devoró hasta el fin.<br />
Aquella carta era un verdadero capítulo de novela: amor ideal y delirante, pintado con<br />
palabras de fuego, amenazas de suicidio, si aquel amor volcánico se veía mal premiado,<br />
quejas, protestas, lágrimas, nada faltaba en la carta, que como dictada por el cálculo y no<br />
por la pasión, era una verdadera obra maestra, en la cual no había ni un tilde ni una coma<br />
que no estuviese en su sitio.<br />
Pero Clotilde era cándida, inexperta...<br />
Aquel lenguaje espiritual, nunca le había visto usar sino en sus libros. La primera<br />
declaración de amor que le había hecho Guillermo había sido pedirla sencilla y<br />
prosaicamente en matrimonio. <strong>De</strong>spués le había expresado su amor de un modo<br />
espontáneo y natural, sin frases declamatorias ni pomposo estilo.