You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
175<br />
Necesitas la vida turbulenta de las grandes ciudades, en donde germinan ideas<br />
distintas de las nuestras... ¡Basta!... Sólo exijo de ti una cosa, y es que conserves ileso el<br />
honor que has heredado de tus padres.<br />
-¿Pero crees que se halla menoscabado mi honor porque haya corrido en pos de una<br />
aventura?<br />
-¡Extrañas teorías, Miguel, extrañas teorías son las tuyas! Llegas a una casa apacible<br />
en donde un hombre honrado te ofrece la hospitalidad, y como un salteador de caminos,<br />
peor que un salteador de caminos, porque éste arriesga su cabeza, intentas robarle su<br />
joya de más precio. Procuras inflamar el corazón de una mujer cándida y virtuosa, y en<br />
cambio de su amor destrozas su porvenir y la cubres de oprobio y de amargura. Hay dos<br />
ángeles que duermen en la cuna abrazados y sonriendo, los privas para siempre de la<br />
dulce sonrisa de su madre, que es la luz, que es la vida y la alegría...<br />
¡Extraña teoría del honor es esta!<br />
Pero ¿y tú, Miguel, y tú?<br />
¿Qué buscas, qué esperas, qué deseas?<br />
¡O esa mujer permanece en su casa, y entonces te preparas un porvenir de disimulo,<br />
de bajezas, de zozobras, de constantes celos, o lo abandona todo por seguirte, y tienes<br />
perpetuamente a tu lado a una mujer a quien no puedes presentar en público sin<br />
avergonzarte y sin avergonzarla, hijos a quienes no podrás enseñar a bendecir el nombre<br />
de su madre! ¡Guirnalda de rosas que se entrelaza por juego en un momento de<br />
embriaguez, y que se convierte más tarde en la pesada cadena que une entre sí a los<br />
presidiarios!<br />
Parte, Miguel, parte, aún es tiempo; ve a Italia, lejos del teatro de tus desórdenes,<br />
lejos de los amigos que te han conducido al abismo... ¡Ve, y conquístate un puesto<br />
honrado en el mundo, un hogar tranquilo, en donde puedas descansar en tus viejos días,<br />
reclinada la sien en el pecho de tu esposa, apoyado en los brazos de tus hijos!...<br />
Y si mis palabras no bastan a persuadirte, mira, ven...<br />
Asióle de la mano, lo condujo a la ventana que había quedado abierta, y le mostró a<br />
lo lejos un grupo de árboles que balanceaban su alta copa a merced del viento.<br />
-¡Aquellos cipreses son los que sombrean la tumba de tu madre, prosiguió Juana con<br />
tono solemne, de tu madre, que se agitará dolorosamente debajo de su sudario, al ver la<br />
ignominia de que va a cubrirse su hijo!... ¡Tu madre ha bajado pura e inocente a la