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El Copo De Nieve Ángela Grassi

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75<br />

-¡Esos beneficios yo no los he solicitado!, replicó el joven con altivez.<br />

-Porque tiene cuatro terrones y una fábrica mal montada, cree poder codearse con los<br />

que ostentan una corona, refunfuñó la Marquesa haciendo trizas su pañuelo de nipis.<br />

Aunque había pronunciado estas palabras en voz baja, Guillermo las oyó.<br />

Miró en torno de sí, vio a las doncellas ocupadas en arreglar el traje color de naranja<br />

que se iba a poner su señora, comprendió que en breve la afrenta sería repetida y<br />

comentada por todos los maldicientes de Orduña, y ya incapaz de contenerse, exclamó<br />

fuera de sí:<br />

-No olvide usted que yo soy el amo de esta casa, que usted ha venido a ella por su<br />

beneplácito, y que por su beneplácito, y no a instancias mías, permanece en ella.<br />

-¿Es decir que me echa usted?, gritó la Marquesa levantándose y con los ojos<br />

chispeantes de cólera.<br />

-Tía, por Dios, dijo Clotilde interviniendo con ademán suplicante.<br />

-¡Ya ves, ya ves cómo trata a tus parientes el que debía considerarse muy honrado<br />

con los lazos fortuitos que le unen a ellos!, vociferó la vieja, golpeando el suelo con los<br />

pies y entregada a un verdadero paroxismo de ira.<br />

Guillermo a su vez experimentó un vértigo, al oír aquel nuevo insulto.<br />

Sin embargo se contuvo.<br />

-Basta, señora, dijo, está usted en mi casa, y no contestaré con improperios a sus<br />

improperios.<br />

Pero no olvide usted que si yo la respeto, tengo derecho a ser respetado, y a que se<br />

consulte mi voluntad antes de tomar una resolución cualquiera.<br />

Volvió la espalda, y salió con paso grave y mesurado del aposento.<br />

No estaba la Marquesa acostumbrada a sufrir la más leve contradicción; no estaba<br />

acostumbrada, sobre todo, a ver que al pronunciar la mágica palabra de herencia, sus<br />

presuntos herederos dejasen de arrastrarse de rodillas delante de ella. Sólo aquel sobrino,<br />

del cual deseaba tan ardientemente vengarse, le había ofrecido resistencia, y aún éste<br />

tenía la excusa de que amaba a otra mujer.

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