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Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

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NoticiasBolivianas.com - El portal <strong>de</strong> noticias <strong>de</strong> COMECO<br />

eje <strong><strong>de</strong>l</strong>antero todavía se hallaba algo torcido, a pesar <strong>de</strong> que habían procurado<br />

en<strong>de</strong>rezarlo todo el día anterior; en tanto el resto <strong><strong>de</strong>l</strong> coche parecía estar bastante bien.<br />

Calculaban que en una semana, a más tardar, podrían tener listo el coche; entre tanto,<br />

era probable que los caballos que esperaban ya estuvieran ahí.<br />

--Ahora nos falta reunir los pedazos <strong>de</strong> la otra rueda –Pedro, notablemente<br />

cansado, limpiándose las manos con un trapo pringado <strong>de</strong> grasa.<br />

--Lo haremos luego –Antonio, recogiendo el grueso jubón <strong>de</strong> lana que minutos<br />

antes había arrojado sobre el asiento <strong><strong>de</strong>l</strong> coche, que tenía el tapiz roto--. Creo que nos<br />

hemos ganado una buena merienda –concluyó, abrigándose con el jubón.<br />

Eudolinda salió al patio con la carabina en las manos, dispuesta a disparar contra<br />

los perros, a pesar <strong>de</strong> que jamás había usado un arma <strong>de</strong> fuego. Sabía que estaba<br />

cargada, por las indicaciones que les diera el doctor Cañete, y que lo único que tenía que<br />

hacer era apuntar y apretar el gatillo. Se dirigió por la cocina y se encontró con los<br />

perros <strong>de</strong>vorando las perdices que Isabel les arrojaba por la ventana. Se <strong>de</strong>tuvo en seco,<br />

pensando que su ama había perdido el juicio. Los perros la miraron y se llevaron el resto<br />

<strong>de</strong> sus presas entre los dientes. Eudolinda les apuntó con el arma, pero Isabel, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la<br />

ventana, le dijo que no hiciera nada; luego le explicó que había hecho un pacto con esos<br />

animales. Ella les daría algo <strong>de</strong> comer, en cambio ellos no interferirían con su viaje <strong>de</strong><br />

retorno. “Pero ama, los animales no hacen pactos”, Eudolinda. “Estos sí, mujer; estos<br />

sí”, le respondió Isabel, en tanto Pedro y Antonio llegaban cansados y hambrientos.<br />

Página 113 <strong>de</strong> 295 La Saga <strong><strong>de</strong>l</strong> Esclavo – Adolfo Cáceres Romero

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