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Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

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NoticiasBolivianas.com - El portal <strong>de</strong> noticias <strong>de</strong> COMECO<br />

Continúa el lunes 26 <strong>de</strong> agosto:<br />

Cerca <strong>de</strong> la Casa <strong>de</strong> la Moneda, en un estrecho callejón, al <strong>de</strong>spuntar el nuevo<br />

día, el zambo Francisco --sin más armas que su voz-- se hallaba luchando por su vida;<br />

aunque no, propiamente él no luchaba --menos por su vida--, sino que intentaba<br />

en<strong>de</strong>rezar la <strong>de</strong> esos hombres que persistían en continuar con la práctica <strong><strong>de</strong>l</strong> mal. El<br />

zambo los miraba, confiado en el po<strong>de</strong>roso impulso <strong>de</strong> las palabras que bullían en su<br />

mente. Palabras con las que se sentía más cerca <strong><strong>de</strong>l</strong> padre Aldana, como si él también<br />

estuviera ahí presente, animándole a superar ese trance. “¡Apártate, <strong>de</strong> una vez!”, el<br />

grito colérico <strong>de</strong> Mariano lo llevó a fijarse en unos ojos nerviosos y parpa<strong>de</strong>antes.<br />

“!Apártate!”, traspiraba el hombre con el que había compartido algunos momentos <strong>de</strong> su<br />

esclavitud; traspiraba, como nunca, a pesar <strong><strong>de</strong>l</strong> frío que se esparcía en el naciente día.<br />

“¡Apártate!”, el filo <strong>de</strong> su espada le apuntaba el pecho; sentía que el puño enguantado<br />

medía la distancia, dispuesto a lanzarle una estocada mortal. “No lo harás Mariano,<br />

porque soy tu esperanza <strong>de</strong> paz”, le dijo entonces el zambo, con voz pausada. El puño<br />

tembló, pero no el <strong><strong>de</strong>l</strong> otro hombre, el <strong><strong>de</strong>l</strong> que se encontraba a su lado y se mostraba<br />

más firme y <strong>de</strong>cidido a acometer contra él; ese puño pendía <strong>de</strong> una mirada intimidatoria<br />

que aún mantenía el ominoso brillo con el que atacara al Maestre, en la tienda. La uña<br />

en alto, como un esgrimista consumado, Altamirano lanzó la primera estocada que rozó<br />

el hombro <strong><strong>de</strong>l</strong> zambo que, con salto instintivo, evitó ser herido. “¡Escuchadme,<br />

escuchadme!, gritó, recordando que San Pablo había dicho: “vence con el bien el mal”.<br />

Página 263 <strong>de</strong> 295 La Saga <strong><strong>de</strong>l</strong> Esclavo – Adolfo Cáceres Romero

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