Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:
Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:
Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
NoticiasBolivianas.com - El portal <strong>de</strong> noticias <strong>de</strong> COMECO<br />
<strong>de</strong> Calvino. ¡Ah, qué vergüenza!, el Obispo estrujó el papel y sonrió, piadosamente, al<br />
encontrarse con la mirada inquisitiva <strong>de</strong> Pueyrredón.<br />
Cuando ese acto <strong>de</strong> <strong>de</strong>sagravio y reconciliación hubo concluido, Andrés todavía<br />
permaneció un instante más, observando el arrepentimiento <strong>de</strong> los hombres <strong>de</strong> Castelli -<br />
-ahora comandados por Pueyrredón--; trataba <strong>de</strong> ubicar a aquellos que sí pudieran darle<br />
pistas para encontrar a Eudolinda, tomando en cuenta que en ese acto público habían<br />
procurado limpiar sus conciencias; pero nadie se mostraba dispuesto a ayudarlo, con lo<br />
que según Andrés no hacían otra cosa que corroborar la naturaleza hipócrita <strong>de</strong> ese<br />
abrazo. “¿Eudolinda, dón<strong>de</strong> estás?”, pensaba. Casi todos <strong>de</strong> los que había acudido en<br />
procura <strong>de</strong> ayuda, le habían sugerido que más bien buscara a los secuestradores: Juan<br />
Altamirano y Mariano Ventura. Consecuentemente, Andrés le dijo a Isabel que <strong>de</strong>bían<br />
retornar a casa y prepararse para una larga jornada <strong>de</strong> trabajo, empezando con los<br />
resultados que habían obtenido los comisionados para dar con Eudolinda; así pues,<br />
cuando el coche se aproximaba a las inmediaciones <strong>de</strong> la calle <strong>de</strong> Los Pulperos, notaron<br />
que había un gentío en la puerta <strong>de</strong> su casa. Eran los vecinos, todos se mostraban<br />
alegres; luego salieron sus criados y les dijeron que Eudolinda había vuelto sana y<br />
salva. ¿Cómo era posible tal milagro? Pronto supieron, por labios <strong>de</strong> la propia<br />
Eudolinda, que Altamirano y Ventura, en medio <strong><strong>de</strong>l</strong> tumulto y la carnicería <strong>de</strong> la<br />
primera noche, habían logrado zafarse <strong>de</strong> quienes querían aprehen<strong>de</strong>rlos y la llevaron a<br />
la chichería <strong>de</strong> las hermanas Almanza, don<strong>de</strong> la mantuvieron cautiva. En las<br />
inmediaciones los hombres luchaban blandiendo armas y antorchas. “No fue fácil<br />
escapar <strong>de</strong> ese infierno”: la voz cansada <strong>de</strong> Eudolinda. “Así fue cómo llegamos a la<br />
chichería <strong>de</strong> las Almanza, quienes a un comienzo no quisieron abrirnos las puertas <strong>de</strong> su<br />
casa. Tenían miedo <strong>de</strong> ser atacadas. Altamirano les dijo que estaba herido y que les<br />
Página 220 <strong>de</strong> 295 La Saga <strong><strong>de</strong>l</strong> Esclavo – Adolfo Cáceres Romero